miércoles, 11 de septiembre de 2013





                                 Así empieza "El nombre lo pones tú", novela


En este territorio de acuarelas y ráfagas de viento, está gestándose el nacimiento de la novela que te prometí nada más verte. Cuando me dije «eres tú». En realidad, la  novela se la prometí a tu mirada de agua.
            Esa novela que ha de ser hija o al menos parienta de la vida. Tú le pusiste el nombre. A la vida y a todo lo que implique mi vida desde entonces, es fácil y hasta cómodo decirlo, pero es así, aunque yo esté lleno de mentiras y andamios falsos, retorcidos.
            Tengo que irme un poco atrás, ¿tres, cuatro años, tan ligeros son los senderos que traza el tiempo? Ya sabes, a cuando me dije «eres tú». Tú estabas de espaldas, sentada, y estabas sentada de espaldas al mar. Te desnudé los hombros, que se agitaron como se agita una gaviota al posarse en las aguas del océano. Dejaste que te fuera contando los nidos de la nuca. Infinitos. Te dejaste rozar por mi silencio de silencios tristes. Tú fumabas. Estabas alimentando de azul aquel espacio desnudo que se había esparcido entre tú y yo. ¿Hablaste antes de que me fuera? Porque yo te oí. Oí tu voz. Quizá fue la marea, que me confundió, me suele ocurrir. Mi silencio te lo pidió y tú lo hiciste: te levantaste, te diste la vuelta y me regalaste la risa de tu mirada, esa misma risa que ahora me estás regalando, aquí a mi lado, mientras nos vamos adentrando en el territorio aún desconocido de la novela que te prometí nada más verte. Cuando me dije «eres tú».

            Entonces te oí. Oí tu voz.
                                                      Quintín Alonso Méndez 
                                                      

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