Así empieza "El nombre lo pones tú", novela
En este territorio de acuarelas y ráfagas de viento, está
gestándose el nacimiento de la novela que te prometí nada más verte. Cuando me
dije «eres tú». En realidad, la novela se
la prometí a tu mirada de agua.
Esa novela
que ha de ser hija o al menos parienta de la vida. Tú le pusiste el nombre. A
la vida y a todo lo que implique mi vida desde entonces, es fácil y hasta
cómodo decirlo, pero es así, aunque yo esté lleno de mentiras y andamios falsos,
retorcidos.
Tengo que
irme un poco atrás, ¿tres, cuatro años, tan ligeros son los senderos que traza
el tiempo? Ya sabes, a cuando me dije «eres tú». Tú estabas de espaldas,
sentada, y estabas sentada de espaldas al mar. Te desnudé los hombros, que se
agitaron como se agita una gaviota al posarse en las aguas del océano. Dejaste
que te fuera contando los nidos de la nuca. Infinitos. Te dejaste rozar por mi
silencio de silencios tristes. Tú fumabas. Estabas alimentando de azul aquel
espacio desnudo que se había esparcido entre tú y yo. ¿Hablaste antes de que me
fuera? Porque yo te oí. Oí tu voz. Quizá fue la marea, que me confundió, me
suele ocurrir. Mi silencio te lo pidió y tú lo hiciste: te levantaste, te diste
la vuelta y me regalaste la risa de tu mirada, esa misma risa que ahora me
estás regalando, aquí a mi lado, mientras nos vamos adentrando en el territorio
aún desconocido de la novela que te prometí nada más verte. Cuando me dije
«eres tú».
Entonces te
oí. Oí tu voz.
Quintín Alonso Méndez
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