jueves, 27 de octubre de 2022

 

Claridades 44



Versos que miran por la ventana

quizás entristecidos

viendo el alboroto de las gaviotas

en su amoroso ritual sobre las olas

versos que se me van

de entre los labios mordidos por el salitre

de entre los dedos que arañan el aire

dejándome en los ojos lágrimas de sal

quizás una tristeza

quizás un aleteo de alas

versos que se me van

como gaviotas

como destierros,

para ti vuelan


quintín alonso méndez


domingo, 23 de octubre de 2022

 

Claridades 43



Arpegioíntimo

 

Desconocida ausente cercana mujer,

este poema va a pertenecerte para siempre

porque voy a desnudarte despaciosa suavemente

como pétalos poro a poro de cada verso,

y así, cada vez que lo leas,

íntimo y lejano volveré a desnudarte.

Primeramente con las primeras letras abrir las ventanas,

quitarte las cortinas de los ojos,

esa telaraña que habla de nieblas paseando por el sol.

El violín sin cuerdas o con las cuerdas lánguidas

se asoma a la terraza,

un apenas roce en la excitada tela de la piel

y ya la sangre marca su huella de pájaro ascendente

por los resbaladizos muslos de la sed.

Sentir en esta parte del verso cómo se abren las trémulas

desconocidas ausentes cercanas carnes y se ofrecen

a lo que será enterrado más tarde.

Gimen las palomas desnudas,

te orinan cálidas en los extendidos muslos abiertos,

morbosamente abiertos

al desparrame de las aguas

líquida miel hija de la espesa lava.

Separarte los helechos mientras aquí resbala el verso,   

apartar una oscura hebra húmeda del sueño,

separar el sueño de cualquier hebra que no escarbe, no hunda.

Deslizar por el musgo la desterrada lengua de la sed,

descubrir cómo se abre la carnal flor

bañada de rocío rociada por el salitre,

besar morder y beber sus brillos de diamantes de lluvia,

leer en este verso cómo se estremecen los húmedos pétalos del incendio

llevando a los labios el palpitar de la vida estremeciéndose,

llevarlo al desguace de estremecidas palabras rotas,

a las bocas de los pechos, ternura pura de la dureza.

Desnudarte despaciosa suavemente siempre,

cada vez que me lees,

con los dedos y los labios y los imposibles de los versos,

sabiéndome desconocido, tan aquí, ausente, lejano íntimamente siempre


quintín alonso méndez


miércoles, 19 de octubre de 2022

 

Claridades 42



Las promesas tienen la piel de las rosas

vivas de los huertos

y son ácidas naranjas

al sacarlas del viejo cesto

y abrirlas,

las uñas del tiempo les hace grietas

como la madera al árbol.

Tienen las promesas el color verde

de las almendras amargas

que en noche de luna

se convierten

en roedoras lágrimas de la tierra.

Son mustias sombras

los esqueletos de los años

que prometían violetas

en los perdedores días azules del alba.

Aquí es ahora

la prometida promesa

la honda hondura

que se hunde

en la vaciedad del tiempo.

Pétalos vivos de carnosas

                                rojas

rosas negras

vuelan

llevados por el viento /

palpitante

ámbito de mi anhelo


quintín alonso méndez

sábado, 15 de octubre de 2022

 

Claridades 41



ABISMO

 

Esa luz lejana que el desvarío del ojo

confunde con tierra firme

no es más que el ánima que vaga errante,

abandonada por lo que no será.

¿Acaso fue algo alguna vez,

tuvo voz ese silencio que se ahoga

en la oscuridad,

fue joven en alguna parte del tiempo

la vejez que perdió los recuerdos?

¿O siempre fue lejanía,

certeza del abandono

porque fue origen sin espacio?

(mi saberte y pensarte me salva)


quintín alonso méndez



martes, 11 de octubre de 2022

 

Claridades 40




LA HERIDA DE LA NOCHE

 

Desnudas lunas negras

azuladas por el silencio ceniciento de la noche

se deslizan desde los ojos de la mujer,

resbalan por los rumores de sus pechos

y caen astillándose cristales de arena

en los carnales muslos desnudos

que gimientes se abren a la marea,

brillan mercúricas

diminutas gotas de sangre

cicatriz futura del olvido.

dos arcos ígneos de temblorosa y ciega luz

cimbrean la herida de la noche,

se mecen en las alisadas aristas de las olas.

Se enreda el musgo en los labios

de las desbocadas deslenguadas bocas

besos desguazados en el océano

donde la lava es agua ardiente

y es agua el fuego que arde.

Oscuridad adolorida aquí en lo alto,

en la soledad náufraga de mi noche

 

 

quintín alonso méndez


 


viernes, 7 de octubre de 2022

 

Claridades 39



Anochecer

Amanece. Se despierta el silencio, se levanta y se va. Baja con prisas las escaleras planas del pasillo. Cierra la puerta, salta a la acera, cruza la calle y se pierde en los bosques oscuros de lo que no volverá. En casa, el silencio se ha dejado vacía la cesta de los sueños, los sueños desangrándose dentro de la nada, un olor tenue que no dejará de latir. Ahí afuera, la vida quiere vivir, se ha llevado al silencio con ella, y el dolor, ya se sabe, fuertemente amarrado a la piel, nunca se irá pero nunca hablará. Las horas repiten sus liturgias, puedes hundir la mano en el saco profundo del tiempo y sacar con la inocente mano un día, cualquier día, lo normal es que sea un día en blanco que ni siquiera tendrá fecha. Pero afuera, lo normal es buscar la felicidad. No conozco los bosques que hay al cruzar la calle, un día lo intenté, pero al ir a cruzar la calle, pisé un pájaro. Oí cómo me crujieron los huesos del corazón. La canción de tus labios entra por la ventana, vuela por la habitación, se sienta callada en el suelo, y mira, no deja de mirar cómo las palabras flotan en el aire, libélulas y mariposas que rozan apenas los libros, los silencios que se me caen de las manos, resbalando por los dedos. La canción de tus labios hace olas y tu cuerpo se hace a la mar. Amanece, el silencio se despierta y se levanta, se pone en marcha, cruza la calle y se pierde en los bosques oscuros, a buscarte. Un único pájaro en la única rama del único árbol del bosque. La canción de tus labios es una vereda por donde se adentran los destinos, por donde vagan errantes los versos que nacen porque quieren saber de ti. En casa, amaneciendo se hace de noche, las violetas del paisaje caen sobre las aguas, las nubes son letras, suaves letras de algodón que dibujan tu nombre. Amanece en alguna otra parte, donde la vida quiere vivir y donde las suaves colinas acarician el gris del invierno, el frío es dulce pero araña el rostro, amanece, la sonrisa revolotea y se posa en el cristal, ahí el silencio es un pájaro de cristal

Las palabras callan, lloran, se hunden en el mar del papel, lloran, callan

Más allá de los bosques oscuros, la vida pasea por la vida, ahí el silencio es un pájaro de luz, adonde mis versos anhelan llegar y verte amanecer


quintín alonso méndez





lunes, 3 de octubre de 2022

 

Claridades 38



La puerta

Al traspasar la puerta, supo que todo le resultaba tan conocido como la indiferencia, pero lo dijo de esa manera que ella bien sabía manifestar para que él sintiera todo lo contrario, «tengo la sensación de que he estado aquí siempre». Él guardó silencio. Y ella no lo miraba, que era cierto lo inofensivo que era. «Va a ser verdad que la nada existe», casi sonríe, por eso no pudo ver nada que fuera más allá de sus posicionamientos fugaces. «Diez días no son nada», se dijo, y comprobó, ahora sí lo miró y le vio la debilidad antigua que lo sustentaba, más bien sí, inventó una sonrisa mientras le ponía el rostro de lado: que la mirara, que se extasiara, que viera luminosidad, no podía ser tan difícil en aquél lugar oscuro que desbordaba humedad vieja, rancia, desagradable. «Solo diez días». Sabría sobrellevarlos y pronto hacerlos volar. Cuando la indiferencia es la madre de todos los sentimientos, no se puede recordar siquiera cuántas ventanas puede tener una casa vacía, simple, y no es preciso que hayan pasado veinte años, eso se deja para los amores que regresan, basta una pincelada de tiempo, nada, un encuentro casual buscado, y las risas acompañan, aconsejan, «¡hay que vivir!», grita la vida alborozada cerveza en mano, apartando la vista de los cadáveres que el mundo regala, y solo una fiesta puede borrar otra fiesta, abundan las camas dispuestas para el festejo y el festín, abunda la vida, insaciable.

Al traspasar la puerta, un silencio gris pero amable lo recibe. La sencillez tiene el olor de las cosas perdidas, quietas. Abre la ventana para que el aire entre, salude, se lleve esos silencios que maltratan. Se quedan silenciosos, sin hacer ruido, los que suavemente muerden. Con la dentadura de los buenos deseos, de que sea cierto que la brisa baila por entre suspiros y trenzas rotas de recuerdos que se hunden en las aguas de algún río, de algún lago, de algún océano, de algún algo.     

Al traspasar la puerta, ella se dice que no entiende cómo es posible que haya puertas donde tras ellas no hay nada, «allá los cobardes», se dice, y ya se desnuda para el amante que la ama y la espera desnudo. Una tarde cualquiera

 

quintín alonso méndez