Surgiendo el poema desde lo más
profundo del hálito
del deseo más ferviente
envuelta sed en la sed del clima.
Surgiendo en olas del océano de tus
ojos
nada más deseado que verte y mirarte
la mirada
hundirme en las ternuras que añoro.
Poema que construye alas de arrancadas
hebras al desvarío
alados suspiros del ansia por
llegarte nada más llegarte
mirarte la mirada
Camino en la noche, es noche mágica,
oigo su quejumbre de latido, su
crepitar de silencios,
estás, me envuelve el carnal aroma de tu esencia,
¡cómo de eterna aquella primera
mirada tuya,
aquél fugaz fulgor de lo eterno,
cómo de conmigo me acompaña
mientras camino en la noche!
así nació el universo de la poesía
con su estructura inoxidable
El color de la teja juega a los
incendios adolescentes
al atardecer
¡ay, como brisa de mar embriaga, descubrimiento
de las carnes de la piel!
Confirmada la ola de la medianoche,
su llegada a puerto.
Duermen vuelos de albatros bajo las
lonas,
varadas las barcas entre las rocas.
Es murmullo de abejas de agua,
el sabor del encuentro en los labios
No te vayas, sol,
ante el espanto, la visión del mundo,
oculta tus tristezas en espesas cordilleras
de nubes gruesas
grises como el desánimo,
vete a la noche, llora en ella tus
lágrimas de luna,
escarba en el silencio que envuelve y
amordaza,
aprópiate del desnudo sueño de la
mujer hembra,
inunda de calidez las magias de sus
océanos
donde las mareas gimen en rumores ausentes,
pero no te vayas, siéntate conmigo en
las tardes del dolor,
hazlas pereza
Palabras húmedas con sabor a mar,
así las palabras que quisiera descubrir, rescatarlas,
escribirlas, dártelas.
Son rumores de silencios y descubro que no son palabras.
Solo son roces de los labios con la lengua, hacia adentro,
como el perfume de las flores al abrirse,
pero está el sabor, flota, navega por el aire, trenza madreselvas,
el sabor de tu boca que desconozco y confunde al salitre
derramándose en los colores frutales del atardecer.
Está el sabor de los besos náufragos, irreales, abriéndome el
alma,
los espíritus carnales, así las palabras, húmedas, con sabor
a mar,
queriendo mirarse en tus aguas
El otoño, alborotado, se cree gozosa primavera.
¿Qué arbórea, coralina mujer, raíz del musgo, del laurel, lo
retiene,
que se aferra como propósito a las aún cálidas y sedientas hebras
doradas del verano,
retiene en los labios el dulce sabor salino de los besos al
sol,
o de cuando eran vertiéndose húmedos en los sueños
en las desnudas noches veraniegas?
El otoño sabe del sabor amargo de las nostalgias en los largos
y fríos inviernos
Pájaros de agua de verticales alas plateadas,
hebras de la luz,
picotean en la piel fría de la madrugada,
fugitivos de la luna
danzan el ritual de la lluvia
alrededor de la casa,
sobre el techo desabrigado,
envuelven con el anís del hinojo, con el aroma del incienso,
las sábanas desde las que desnudo te reclamo.
A oscuras, enramada en tus sueños de sedas y alondras,
oyes cómo la brisa despliega las velas,
desata las dormidas calmas, abre las cancelas de las carnes.
Mi voz rota, llena de silencios abundantes en naufragios,
se acerca y se aleja en el círculo de las mareas,
se resquebraja acantilado de la quimera en íntima sed del
temblor,
en oscuras oquedades carnosas, ansia de tus besos de agua
9 de diciembre
abren las olas grises sus alas blancas
humedades desguazadas traen añoranzas de futuros
raíces del origen de la tierra de los mares
propician la atmósfera del aire la fruta de la carne
en la escritura vuelan gaviotas en una tarde de sol
la costa es el barco fantasma atravesando la niebla
por donde viajo navegando tu cuerpo
la música es espíritu /la poesía materia
hilos negros las entrelazan
caminan o vagan errantes los caminos
en su destino de la búsqueda
invocan la consumación del deseo
Igual luego viene el después,
la larga anchura de la herida,
la leve sonrisa en el banco del parque,
o igual la nada que habita en cada día,
desapercibida o invasora, intrusa o reveladora,
la misma sombra triste donde estuvo el árbol, la cabellera
del sol,
la misma hondura, vacía voz del silencio;
antes, bajo la higuera, o después, caminando por la costa,
o en el mientras, desgranando las palabras,
la soledad nos termina alcanzando.
Igual ahora me lees
y los dos sin sabernos,
aislados en el tiempo.
Son furtivos los encuentros en el sueño,
pero misma materia, igual luego viene el después
