domingo, 29 de abril de 2018

El árbol seco del camino (6)


VI

En ti he descubierto la geometría de las cosas
y he visitado los ángulos de lo desconocido
por ti han paseado mis antiguas visitas a los hospitales de los miedos
aquellos interminables oscuros pasillos que eran las infernales noches
tú no veías mi rostro inacabado detrás de mi piel triste
hacia ti fueron todos mis perplejos insomnios sobrevivientes de mis muertes
cubrí las ruinas con paisajes del horizonte traje playas a las sábanas
para que recostaras tus caderas y te abandonaras a la paz de los gorriones
por ti he ido a la geometría de las cosas poniéndole alas a sus líneas de agua
hogueras de astros interminables por las costas del vientre cósmico
por ti traspaso el papel para dejarte mi sangre en la roca de los sentimientos


quintín alonso méndez


jueves, 26 de abril de 2018

El árbol seco del camino (5)


V

Aquí vengo a ofrecerme
A quitarle el silencio al canto
Y a ponerle aguas mansas al silencio
Vengo a ponerle pájaros a los labios
A quitarle los ropajes a los miedos
Vengo desde tierras que no existieron
Vengo con la audacia del amante
Con la palabra desnuda del poeta
Aquí vengo a darme
Aunque me vaya sin conocerte

quintín alonso méndez





domingo, 22 de abril de 2018

                                          El árbol seco del camino (5) 
V
Nadie sabe que eres tú quien duerme en mi sexo
que tu olor de hembra de la mano
y desde tu mejilla a mis labios
me acompaña por las calles
nadie sabe que eres tú la que me sonríe entre la gente
la que se queda a mi lado durante un breve espacio de silencio  
con palabras que tiemblan diciendo lo que callan
la que antes de irte roza mi mano sutilmente oprimiéndola
la que luminosa me dejas tu mirada tu «cuídate» tierno

y un instante de tristeza
porque los dos sabemos que hay besos presos
que nunca serán besados
nadie sabe que eres tú quien duerme en mi insomnio
en mi pecho entre mis piernas

la mujer de mi destierro

quintín alonso méndez

miércoles, 18 de abril de 2018

El árbol seco del camino (4)

IV

Esplendor del seducido viento con las alas blancas
agita vidas como palomas nostalgias como futuros
y como gacelas se elevan las olas
a la altura de tus ojos
es el brillo de un sueño que se posa en mis manos
me arrebata los miedos se lleva lo oscuro
el aire aletea descifrando cabelleras blancas con tu nombre
salgo a su encuentro que me alce me arrastre y me lleve

y que cuando caiga la noche me deje caer en tus brazos desnudos

quintín alonso méndez


domingo, 15 de abril de 2018

El árbol seco del camino (3)



III
En esta madrugada mirándote Venus
ave nocturna con anhelos de olas
de peces resbaladizos vientres de playas
simple majestuosa rama de ébano del árbol de todas las madrugadas
el verso cae se deshace en el agua
cuando el pensamiento de pensarte
carnosidad de pájaro materia grávida
se posa en mis manos
entonces mis manos palpitan quieren ser adolescentes
como íntima desnudez ámbito de la carne
tener el poder brujo de la hoguera en llamas
transformarse
y hacer que mis manos sean manos labios cuerpo alma
volar caminar navegar alzarme ir al encuentro
encontrarte
hundirme en tus océanos
habitar tus planetas tus universos
tus manos
habitarte

quintín alonso méndez


jueves, 12 de abril de 2018



El árbol seco el camino (II)

II

                                                                                                   oceánica
La madrugada                          eleva el verso a la altura                        de tus labios
                          desnuda
Ir a ti es huirme?
¡Oh madrugada! o ir a ti es sentarme conmigo
extenderme en la nada
habitarme al respirarte
tu desnudez extendida pletórica
erótica elevada como horizonte
ondulante y húmeda nostalgia
refugio de los futuros
la belleza se curva en su plenitud de cadera
aire carnal de la vida
te poseo en el verso


quintín alonso méndez


lunes, 9 de abril de 2018


El árbol seco del camino (1)



I

El hombre bajó despacio porque cada trabajo tiene su marea
y era la lenta marea de la lentitud o la agonía
no había prisa era todo el paisaje del cansancio
arriba casa siempre lo esperaba con sus métodos silenciosos
con su paz quieta de pájaro en la jaula
con sus incontables parpadeos durmiendo olvidos
donde las tristezas son ternuras y distancias
tendidas apacibles como derrotas sabias
el ruido silencioso de las palabras que se dijeron
en donde las paredes eran la madera que abrigaba al bosque
bajó despacio el hombre
nada cansa más que la paz impuesta
ya bajaron los mirlos le dice a lo ausente
se rebela el mundo ante los destrozos
se levanta la calma desde lo más abajo del vacío de las manos
el hombre oyó primero el rumor de las olas detrás el silencio
como otra ola como otra caída de lo que no tiene tiempo
hoy es día de hacer varias cosas
de sacar a pasear los recuerdos
de mirar las nubes
de regresar a casa
de tender la ropa
de oscurecerse y apagarse en la noche sentado a la mesa

quintín alonso méndez


miércoles, 4 de abril de 2018

La Prosa (59)


Parte del día: «Se prolonga la sed y la secura. Si lloviera, el frío se apaciguaría, sería benevolente. Pero qué frío, qué lluvia. Porque llueve de manera delicada, como si temiese, pero llueve: es lluvia para los sentidos, para que sea ternura contemplar el manto fino y húmedo que se posa en las hojas de las plantas, de los árboles; y recibo con alegría -por qué no- esta brisa fresca que hace que mi cuerpo, mis brazos, piensen en tu cuerpo de lluvia». Desde temprano me he subido a las medianías -la marea alta, bajará a la tarde, y a la tarde bajaré a mi trabajo de rescatador versos- y sin prisas recorro varias bodegas en busca del mejor vino para compadre (y de paso para mí), pretendiendo lo imposible: que el mejor vino sea la vez el más barato. Me llevo un garrafón del mejor y el más caro, qué menos para el compadre y de paso para mí y «la bruja». (Antes de bajarme para la costa hago un inciso en este clima extranjero de medianías donde todo es distinto, donde no hay mar y no se le espera, y donde la lluvia es más sólida, se la puede palpar y sabe calar en la tierra, abrirla, aquí, donde la humedad es la raíz, el latido de la vida, y donde el sol una sorpresa y muchas veces desagradable porque es el sol bruto que lo quema todo, arruinando las cosechas. En una casa sin vestir leo «flores» escrito a mano con mano de arado, entro pensando en «la bruja», la señora me convence con las rosas amarillas, «recién cortadas», y con lluvias me hace un ramo que hasta a mí me gusta). Bajo con el garrafón, el ramo y medio litro de vino y un cacho de sabroso queso curado en el estómago (así se puede ser feliz). Como al pasar por la tienda de compadre tiene cerrado, me subo hasta su casa. «La bruja» está sola, exuberante su belleza joven, «él se fue a comprar cebollas de guayonje, a los macizos», le entrego el ramo y pongo el garrafón de vino a la sombra, en la cocina, donde me dice, y mientras pone el ramo en un jarrón de cristal con agua, aireando las flores con sus bellas manos, me dice «no me gustan las flores cortadas, pero gracias», me sirve un vaso de vino y nos sentamos afuera en el banco de piedra, lánguidos -es caricia el sol-, apoyados en la pared, a saborear el aire dulce y acariciante, día azul, el mar brilla, «ya estaban cortadas, se morían tristes en aquella tienda que más bien parecía una funeraria, las plantas y las flores presas, pensé en ti y te las traje, pero ya sé para la próxima vez que no te gusta verlas cortadas sino libres en la tierra» (es decir, no habrá próxima vez), me disculpo, y recibo de sus ojos y sus labios una sonrisa hermosa, desnuda, «el ramo es precioso, gracias, las cuidaré», miro hacia el mar, creo que me llama la costa, se lo digo, y hasta soy cínico, le digo «el trabajo me llama» cuando en realidad me llaman los bajos instintos, toda ella, «dale saludos a compadre», «ese vino tendrán que bebérselo», «no hay prisas» le digo pero no quiero irme.

quintín alonso méndez