Tiempo45

Palpo en el aire la piel del soñarte.

Como sueño, me visitan las gaviotas con mensajes de tus labios.

La locura ronda por los andamios de mis soledades,

locura del febril desearte.

Palpo, ahondándome en el horizonte, los gemidos del andamiaje,

las carnes furiosas del oleaje como súbita realidad del sueño.

Los pájaros de mis versos rasgan las vestiduras del aire, te desnudan,

desnudez ebria del deseo.

Palpo indecente el salitre que me aborda, palpo el sabor de tu mar,

al menos vuelen los poemas, sientan la intimidad de tus manos.

Impuros y desnudos abren los ojos, recorren las húmedas regiones soñadas,

se hunden en los abismos deseados

 

quintín alonso méndez

 

Tiempo44

Qué importa que se sepa que el arcoiris es arquitectura vieja

de puente romano, qué importa que sepas del color de mis naranjos,

la abreviatura en inglés de amor sin fronteras: siempre fue esclavo.

Qué importa que te escriba por encima de todas las cosas lo que no siento,

y a oscuras, sobre todo a oscuras, escribirte lo que fiebre me araña,

lo que siempre volará bajo, añorando la yerba, las escondidas de los grillos,

lo que en tiempos yo te miraba y tú no me veías, tantos escombros.

Qué importa si en las esferas de mis lunas,

en los bosques por donde se me pasea la locura, escribo el verso de te amo,

arañando en una piedra, escarbando en la madera, en la arena de lo pobre,

qué importa que lo sepas y lo leas, las cumbres siguen nevadas

de pinares verdes, apretujados como soledades más solas

que el frío de la humedad, qué importa la eternidad de una aventura

resumida en un abrazo, su eternidad de instante indescriptible,

qué importa nada si he llegado tarde adonde tú me esperabas.

Me importa decírtelo, y digamos que lo escribo sabiendo lo imposible,

que hubieses sido la respiración de mi existencia

que no ha sido.

Qué importa este inusitado quererte que solo a mí me salva,

me importa que te amo, así me vivo

 

                                                                            quintín alonso méndez

 

Tiempo43

Siento nostalgia de cuando azul la luz brillaba cálida,

eran rincones de infancia

sentado entre pájaros, lagartos y granados,

las palmeras exuberantes de dátiles

rozaban el sol,

nostalgia de cuando descubrí tus ojos,

esmeraldas y brillantes, diminutas rocas negras

en tus océanos, como espadas de agua

atravesaron mi pereza triste a la deriva,

fue la herida por donde destilan los versos

 

quintín alonso méndez

 

Tiempo42

Versos en las cenizas necesitan de tus soplos de magia,

de le esencia de tus manos y de tu alma,

de tus silencios que guardas íntimos y desnudos

donde desnudo he vertido mis sueños y mis ansias,

versos ahogados en la hoguera necesitan de tu embrujo

para que resurjan vírgenes del incendio,

salgan a la luz del alba y desplieguen sus alas.

Versos ahora tristes, devorados por las llamas de la nada,

solo tú puedes salvarlos, darles el hálito del latido,

como si me besaras,

como si vinieras a salvarme.

Versos que claman por la vida,

volar libres con el secreto cómplice de compartirnos

 

quintín alonso méndez

 

Tiempo41

El poeta no tiene días de tiempos,

solo espacios de encuentros,

santuarios de desencuentros,

el poema donde habitarse,

un latido ebrio de naturaleza

en cada palabra.

El poeta no pide,

solo reclama la justicia originaria

de todos únicos pero todos iguales,

solo deja que caigan los frutos de los árboles,

las lágrimas de los ojos, las sonrisas y los besos

de los labios.

El poeta llora y se arma de pájaros y flores

contra la crueldad esclavizadora de las guerras,

contra los silencios de los sabedores,

solo ríe y se alboroza si las granadas de tu boca,

si los labios de tus regiones, pobladas de albores

quintín alonso méndez

 

 

Tiempo40

Cuando se viene a la vida

la imaginación es pobre, no alcanza para saber

que se viene a la muerte,

algunos escasos oasis

diseminados por el desierto

mientras la luz se va apagando.

Muchos de esos pocos oasis

están cerca, muy cerca,

pero no nos movemos,

nos quedamos en la secura,

viendo llover por la ventana,

quietos, paralizados,

al nacer nos inyectaron la parálisis,

la cultura de los miedos,

las religiones.

Yo he venido a la vida para quedarme

contigo,

desprovisto de todo,

en el oasis del poema

quintín alonso méndez

 

 

Tiempo39

Te quiero desnuda

como las frutas del bosque

como las olas

como la brisa al sol

como latido.

Desnuda te quiero

vestida con frágiles pétalos

de los estanques del edén

con las vestiduras del temblor

de las carnes desnudas.

Te quiero desnuda

ampliada y vertida

en mi desnudez vertida

en ebriedad de climas colores y sabores.

Luminosamente desnuda

como luna llena del amanecer

sobre el desnudo océano

 

quintín alonso méndez

Tiempo38

Me haces recordar a cuando las montañas eran verdes,

la veredas sendas inexploradas, llamadoras,

el presente tenía un tiempo, existía,

palpitaba el corazón de la tierra húmeda,

era el hinojo, eran los charcos y era el sueño de encontrarte,

me recuerdas a las tardes de sol con lluvia,

al sabor de la mirada

descubriendo sabores desconocidos en la otra mirada,

al primer temblor, a las primeras fiebres,

al primer roce de la piel que se queda para siempre,

me recuerdas al amanecer abriendo sus alas al océano,

como si el presente hubiera regresado

quintín alonso méndez

 

 

Tiempo37

El poeta está lejos del poema, en las afueras,

cree tenerlo posado en sus manos, pero apenas roce y ya vuela,

náufrago que ve cómo las corrientes lo alejan de su propia isla,

isla sin rejas, sin pertenencias, vacías las manos,

rodeado de pájaros, por el océano, por el rumor del paisaje,

dentro, inmenso el silencio, inmensa la estepa interminable,

como uvas cayendo de los racimos de luz, de penumbras,

así los versos se desgranan en palabras, se arraigan,

se abren en alas, remontan vuelo hacia la nada

si nadie los acoge, los lee, los prende en las carnes del alma,

al tiempo que dejándolos libres en su viaje inacabable,

el poeta a solas se queda siempre, escarbando tenaz en el aire

en busca de la isla inexistente  

 

quintín alonso méndez

 

 

 

Tiempo36

Tengo miedo, le digo a mi escritura,

justo el miedo que me alcanza para escribirlo

antes de que la memoria desfallezca.

Será triste no recordarte aunque fuese triste el recuerdo.

Caerán hojas de las trincheras de las ramas y no sabré evocarlo.

No me importará el frío, sus garras ya están dentro.

No me preguntaré por qué lloro oyendo el crujir de las olas.

Miedo de ser eterno y nunca haber llegado,

¿por qué no se quedan los besos, las risas,

el sabor de los duraznos? Miedo de no haber estado.

Mágico atardecer embrumado, posado como una espera,

en que con miedo de olvidarlo escribo que te quiero,

a las afueras del tiempo, donde nadie nos ve,

donde no estamos    

quintín alonso méndez

 

 

 

 

Tiempo35

Quiero verte donde se pone el sol, en el alba ensangrentada,

en la confluencia de la sed con la lluvia, del incendio con el agua,

quiero verte en la orilla adonde van los naufragios y donde se desnuda la soledad,

extendida en el mar luminoso de las tardes veraniegas quiero verte,

donde dulce el salitre en la ebriedad de navegarte, donde en goteo de miel gotea el tiempo,

en la dormida estancia del temblor quiero verte, en las azoteas de los abismales vuelos, donde los valles se agitan en palomas verdes sobre el océano,

donde los latidos tienen la piel del ansia

quintín alonso méndez

 

 

    juan manuel torres vera

    juan manuel torres vera

Devuélveme al mundo,

ven, labio a labio, beso a beso,

quítame los rastrojos,

que me resecan la piel del cuerpo,

trinchera donde anidan las heridas,

palpitan los latidos,

y me cubren, ásperos y resecos,

la desnudez del alma,

esa extraña, invisible, incorpórea,

material esencia

que guarece y protege

el sabor de la infancia,

las amapolas de la adolescencia,

ven y devuélveme al mundo,

quítame las cadenas de los miedos,

la pesadez de la nada,

ven, bésame, y así regrésame

al territorio de la existencia,

yo te daré el poema,

lo que tengo,

lo único que conozco vivo y eterno,

invencible a las tormentas

juan manuel torres vera                                       quintín alonso méndez                                                                                

 

Tiempo33

En el gozo de verte, mi voz tropieza,

calla,

no mis palabras,

atadas a la cuerdas rotas de la tarde,

se hacen a la costa de los tiempos errantes,

dejan que las olas desguacen

los labios de los silencios,

por el acantilado,

mordido por el hambre del viento,

suben la vereda de geranios e hinojos,

alcanzan tus ojos,

le dan la voz a mi voz callada,

hola,

en un instante cabe todo el tiempo

 

Estaremos porque recuerdo que estuvimos

 

quintín alonso méndez

Tiempo32

Ir a ti sería el no regreso,

y amo demasiado mis plantas,

la luz y los olores que envuelven la casa,

el sabor misceláneo del aire ensalitrado,

júbilo y ebriedad de los sentidos,

ven tú, mujer de los abismos y los altos vuelos,

y quédate lo preciso para hacernos eternos,

luego deja que los caminos fluyan,

sabrán llevarnos por los cauces de los encuentros

quintín alonso méndez

 

Tiempo31

En la levedad de un suspiro

se deposita la infinitud del deseo,

me asomo a las horas de la vida

para verte pasar,

como en neblina que aturde

el aire se viste de sabores afrutados,

late la distancia que me abisma,

me regresa el rumor de los besos desnudos,

llueve luz,

pájaros de agua vuelan en los bosques de tu cuerpo

 

quintín alonso méndez

 

Tiempo30

 A cada día que pasa, como enredadera me creces,

trepas por la piel de mis huesos y te enredas en mis sentidos,

vas ocupando una a una las regiones de los deseos,

desde el efímero roce frágil de la mirada

que estremece como caricia,

al desvarío cósmico de los sueños

que se desparraman en uvas negras.

Retando a la vida, desafiando a la muerte.

Nada más aquí, en esta placentera sombra

bajo ruinas, abandonos y palmeras,

rodeado de guaidiles y muros de piedra,

donde como gigantesca enredadera me creces

y riges y turbas mis sentidos

  

quintín alonso méndez