Tiempo18

¿Qué veredas llevan a las colmenas de tus bosques encantados,

donde la miel ha de resbalarse por las sedosas y carnales

columnas de tus muslos arbóreos, ancestrales,

carnosas raíces de la ruta del agua, hija de la lava?

¿Qué veredas, qué sinuosas veredas,

verdes y frondosas como el pecado,

cómo encontrarlas y palparlas?

El poema solo alcanza a los edenes del alma.

Quiero la tierra inexplorada, la más salvaje,

la del origen, la de los edenes de la materia,

donde el cuerpo, el enjambre,

donde las uvas, donde las frutas más frutales

de tus bosques encantados

 

quintín alonso méndez

 

Tiempo17

Me gustan las palabras de tus silencios:

tienen el sabor de tus besos.

Porque tus besos han de saber al sabor

del salitre en los almendros,

en la piel de la uva, en los amaneceres del mirlo.

Palabras que quisiera leerte mirándote a los ojos,

besando y mordiendo las olas de tus labios,

anuncio de los océanos que quisiera navegarte,

de los cielos por donde desean volar mis deseos.

Busco las palabras de tus silencios

para que el poema tenga tu esencia,

sea tu voz carnal, tu carnal presencia

 

quintín alonso méndez

  

Tiempo16

El bosque no quería arder,

retrocedió ante las llamas,

yo iba en dirección contraria,

ardí,

así camino ahora,

en llamas,

ardo en el frío y en el fuego,

en el escalofrío del infierno,

todo me duele, todo me lastima,

hasta la lágrima de resina del pino

que resbala

fundiéndose

con la raíz que la cobija,

ardiendo en llamas ando

con rumbo fijo hacia la nada,

ando y ardo ensangrentado,

como en recuerdo de niñez antigua

entre la niebla de la humareda,

me conmueve todo lo que florece,

el ponerse en pie siempre

y ardiendo empuñar la palabra,

y aunque ya ardido,

de la lágrima ensangrentada,

carbonizada,

renaceré en pino

y luego seré bosque

con pájaros y nidos

 

quintín alonso méndez

 

Tiempo15

Anoche fue noche donde lo más lejano me acompañaba,

no quiero que la claridad me venza, enemiga de la búsqueda,

sentirlo fue suficiente

porque los logros humanos son escasos y limitados,

como por ejemplo un verso que palpe la esencia

de tu raíz hembra, algo así como la mirada de la lluvia,

como la música de la marea, de donde viene el latido primero,

de donde vendrá el último,

nadie sabrá nunca del prodigio de lo casual,

del porqué la eternidad es tan breve,

nos encontramos o nos encontraremos allí, donde todo es diferente,

a sabiendas de la inconmensurable pequeñez del encuentro,

de su inmensidad inabarcable

  

quintín alonso méndez

 

Tiempo14

Efímeras las travesías de la mar en calma,

impronta toma alas de olas,

desgarra las palabras como a débiles barcas

desbaratándolas en puro desparrame por la costa,

a puerto llegan los naufragios,

náufragas, pero vivas, sangran, las palabras rotas,

agónicas, buscan tus ojos, esa metáfora, ese rayo verde

que abra los labios del océano

donde se sumerjan y renazcan íntegras las palabras

vengo de la noche

donde soñarte

es el latido del temblor,

vengo al día, al sueño de verte

quintín alonso méndez

 

Tiempo13

El poema no duerme,

únicamente espera

a que tú y la lectura

sean el mismo anhelo

 

poema de palabras engarzadas

con hebras que la lluvia del imaginarte desprende

de mi sed vieja de árbol seco,

poema ancestral de la primera mirada

que atravesó las carnes y

le dio el hálito a los sentidos,

poema que no duerme,

únicamente espera

a que tú y el anhelo

sean el mismo verbo

 

quintín alonso méndez

 

 

 

Tiempo12

No es mi silencio que no te pienso,

no es cierta la cáscara que envuelve al árbol,

es la piel rugosa de los años sin encontrarte,

a ti, al agua fresca que resbala por la fiebre del volcán,

de la lava que se abre en flores del fuego y se expande,

a ti, lluvia que desvanece el paisaje,

tejiendo esas sábanas, seda de tus labios,

en el aire,

no es mi silencio que no te hable, lo hace,

desde las fosas y las cumbres,

desde los ramajes de los sueños y las caídas,

desde las mareas que murmuran y arrullan

como mensajes desabrigados,

astillados dulcemente en sus costuras,

no es mi silencio que no te hable, lo hace a diario,

columpiándose en abismos,

atravesando los límites del cobarde,

yendo a donde tú no estás, para encontrarte

 

quintín alonso méndez