El regreso
Voy a salir, y lo más probable es que
conociéndome lo poco que me conozco, me pierda y no sepa encontrar el camino de
regreso. No me preocupa eso, aparte de que pienso y siento que el regreso está
ahí afuera, lo encontraré adentrándome en la oscuridad que desconozco; el miedo
se vendrá conmigo y nada más. Sé del frío de la soledad y para cubrirme no
llevo más que la voluntad del indefenso. Seré débil y seré torpe, no sé si cada
uno de los tropiezos implicará hundirme un poco más, aún así, aunque sea
arrastrándome, muerto de frío y de miedo, seguiré avanzando, persiguiendo,
persiguiéndome, aunque sólo encuentre la muerte, voy a salir.
¿A dónde voy?, qué importa, si ni
siquiera sé dónde estoy, no hay que saberlo, me dejaré llevar por las voces
calladas de las incontables estrellas, extensiones de hilos luminosos de la
Estrella única, sólo las diosas saben dónde están y adónde van. No existirá el
destino, pero sí existe la nada. O puede que mi destino sea el del perpetuo
iluso perseguidor, pero desde una tarde de septiembre, creo que fue una tarde
de sol, pero un sol distinto de transparente, extraña y dulcemente único, sé
que lo que persigo tiene cuerpo, y antes de reconocerlo ya lo presentiría donde
me encuentre con él, con el cuerpo de la vida.
Escribiré en el agua de lluvia de los
aguaceros, en las tablas viejas y vencidas de los viejos puentes, en los brazos
deslavazados de los temporales, en cada silencio triste, en cada tristeza
silenciosa, en la tierra polvorienta, rojiza, que hace sangrar los ojos, en las
miradas nostálgicas, perdidas, en los labios de las derrotas, en los charcos
embarrados, en el ala rota de la tórtola, en los pechos de la noche, escribiré
sin saber que escribo, en el atardecer de los violetas, escribiré días enteros
sentado junto a un perro abandonado, en los ojos sabios de un gato, escribiré
palabras que no llegarán a puerto, y si llegan, heridas y atrapadas en las
redes de un viejo pescador, quizás encuentren unas manos que les den el único
alivio, una caricia dulce para el último suspiro, lo prometo, mientras pueda,
escribiré, voy a salir, dejo la puerta abierta
Quintín Alonso Méndez