jueves, 30 de enero de 2014





Sin pájaros no hay jaulas


Sé que ahora estás oyendo una canción, esa canción que te lleva lejos de aquí,
cada vez más lejos de aquí, aunque en cada esquina, en cada arruga de la pared,
veas un loco ciego, ya sabes, un cobarde, un loco que no llegará a la locura, a nada,
veas vacío, menos que nada, algo así como un rectángulo de tierra en el paisaje verde,
en la isla, en casa, se siguen oyendo tus canciones a pesar de los aullidos del viento,
y la figura arbórea de tu cuerpo se ondula en el aire, la efímera dicha del tiempo,
sé que ahora hablas con voces vivas que te sacan la risa, la niñez de la risa, ¡ríes!,
para que así mi voz se apague se hunda más se hunda en las profundidades de la nada,
aquí tu voz sabia no deja de entretejer estos silencios que inundan la casa vacía,
y se alarga lánguida la voz en la almohada, se despereza, tiene sueño, me dice,
no me hagas mucho caso, ningún caso, para que la desnudez sea honesta, brille,
me suelo poner así a menudo, ¿cómo?, creo que ya sabes de esas jaulas abiertas,
sin pájaros, rotas, sin huellas, ¿cómo son las huellas de lo que no deja huella?,
¿cómo era?, sí, lo recuerdo, pisar sobre el mismo dolor no duele, no hiere, mata,
nada importa, diría el pájaro sin alas si el diablo no hubiera abierto la jaula,
y creo que bien lo sabes, quien vivió encarcelado nunca sabrá ser libre, no podrá,
¿sabes lo que hay fuera de la jaula?, ¿te lo digo?, una enorme incapacidad de amar,
¡tanto tiempo que no oías esa canción!, nunca habrá jaulas con pájaros en tu casa



                                                         Quintín Alonso Méndez

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