domingo, 31 de mayo de 2015



De    Las 
                  cuerdas
                                   del violín

ÚLTIMA NOTA


Dejé de ser,
después de un otoño que vino gris
con lluvias de puñales,
cristales rotos
para los labios.
Cayó una piedra de la luna
y dispuso la sombra
en la oscuridad.
La fiebre regresa al ciclo y no se mueve
quieta la zozobra de la calma
indefensa la orilla
ante el abismo.
Bella la fuga de la luz
en la línea del horizonte,
ahí se mece la pereza
del abandono.
Terrible es la muerte
que nació solo para morir





                                                     Quintín Alonso Méndez



miércoles, 27 de mayo de 2015



De     Las cuerdas
                           del violín

VariaciónÚltima


Te escribo el dolor
   que me pertenece.
Te advierto:
     no lo comparto.
Te lo escribo
para que lo esquives
y te alejes de él.
Así aléjate. Más.
Más! Aléjate más,
llegan lejos mis silencios,
infinitamente más lejos
que mis palabras.
Aléjate de la sombra
alimaña que acecha,
que no perdona,
que mata porque se muere.
Nada más,
alguna que otra palabra suelta,
innecesario escribirlas,
producirían saltos ciegos
sobre mudas cuerdas,
inútiles para el discurrir
diario por los colores de la vida.
El tiempo hace bueno,
benévolo diría el mundo,
porque me gusta el frío que consume
las hogueras y las tristezas
y porque me gusta el calor
que seca y devora.
El tiempo apacible no lo conozco,
habita por tiempos de siembras
y cosechas,
y ese tiempo,
¡ah, como si no lo supiera!,
ese tiempo
pertenece a tus labios,
a tus fértiles pertenencias




                            Quintín Alonso Méndez

viernes, 22 de mayo de 2015



De    Las cuerdas 
                             del  
                                   violín

  

Variación10


Las promesas tienen la piel de las rosas
vivas de los huertos
y son ácidas naranjas
al sacarlas del viejo cesto
y abrirlas,
las uñas del tiempo les hace grietas
como la madera al árbol.
Tienen las promesas el color verde
de las almendras amargas
que en la noche de la luna
se convierten
en roedoras lágrimas de la tierra.
Son mustias sombras
los esqueletos de los años
que prometían violetas
en los perdedores días azules del alba.
Aquí es ahora
la prometida promesa
la triste hondura
que se hunde
en la vaciedad del tiempo.
Pétalos secos de muertas
                                rojas
rosas negras
vuelan
llevados por el viento





                                             Quintín Alonso Méndez

lunes, 18 de mayo de 2015



De 
      Las cuerdas del violín

Variación9


Atardeciendo
toqué el gesto del sol
adentrándose en la humedad
palpé el carnoso
latido del temblor
sentado en la roca
que ofrece su pecho de piedra
al agitado braceo del mar
oleadas de soledad
se aferran a los salientes
buscando la materia del sueño
y no hundirse en la noche.
sangran los labios del agua
mordidos por la boca mineral



                                                  Quintín Alonso Méndez

martes, 12 de mayo de 2015



De  
               Las cuerdas del violín

Variación8


Cuando la tristeza resbala por los acantilados,
confundido el horario de las libélulas, horas venidas de otros tiempos
que se adhieren a las flores del agua, hay derrumbes sobre la costa.
Entre las piedras y las trenzas del musgo, ahí están las derrotas.
Un día estuvo la desnuda mujer que no quiso caminar a mi lado.
Hoy está la ausencia blandiendo su espada de frontera doliente,
el agua y la arena, separados por la fina hebra del silencio.
El silencio es frío dentro, adonde nadie llega. Frío que arde de fiebre.
Huellas de playa en los ojos negros de la añoranza que gime, oculta
en las maderas náufragas que sobrenadan, flotando sin esperanzas,
mecen cunas en las olas, reciben al sol con la blandura del abandono.
La línea blanca del horizonte confunde a los pájaros que se deshacen
en la ceniza del azul, caen al agua y del agua surgen con alas de salitre.
Baja música de besos por los escalones, racimos de besos en los labios,
que son bandadas de sueños en las caderas de la desnuda mujer alejándose.
En sus manos se alza la vida, luz que estalla en las flores abriéndose,
mientras aquí la tristeza resbala por los acantilados



                                                          Quintín Alonso Mñéndez

domingo, 10 de mayo de 2015



De 
        Las cuerdas del violín

Variación7


Oí la luminosa luz de un saludo
reclamándome del bosque la oscuridad
la tormenta de un vaso de agua sin agua.
Me exigió la soledad.

Oí el resplandor que traía el silencio,
oí su suave pausa,
el susurro desnudo de su alejarse.
El vacío es hueco, no tiene palabras

Oí el temblor en el desgarro del árbol
oí rasgarse la débil tela del adiós
cayó a los más hondo de la tumba
la sorda luminosa luz del tiempo




                                                  Quintín Alonso Méndez 



miércoles, 6 de mayo de 2015



De 
           Las cuerdas del violín

Variación5


En los desnudos pechos de la mujer
le adiviné el arma a la tragedia,
arqueándose el leve gemido del suspiro,
cediendo la mordida ternura ante la caricia,
leche de luna en los dedos
que ofrecen el pezón a los labios,
súbita, en la neblina súbita, el temblor
de la boca aislada, para siempre aislada,
sol fierro que salpicaba en los ojos,
herida del salitre en la luz,
herida ebria de noches que se desangraban,
en esos desnudos pechos de la mujer,
donde la lluvia duerme y se alimenta,
yo vi la perfecta curva del ocaso,
la ascendente tristeza del amanecer,
vi el enramado estupor de la niebla,
la neblina incorpórea de la placidez,
en mis brazos tuve y vi la lenta muerte
de una pálida vida que quizás hubiese querido vivir,
si no fuera porque la noche llegó pronto,
antes de que amaneciera





                                                       Quintín Alonso Méndez 

domingo, 3 de mayo de 2015



De    
      Las cuerdas del violín

Variación3


Era un mediodía de azul, monótono,
era un día que andaba callado, quizás escondido,
venido de una noche vencida, callada,
apareciste, se hizo temblor el azul,
un roce de mirada,
o fue un sueño de un roce de mirada,
resquebrajó el azul, se abrió al aire,
un gesto de parpadeo de pájaro
besó la mirada,
el temblor del azul besó los labios del mediodía,
le inventaste las alas,
y lo supe, otra vez lo supe,

no decírtelo es mi prisión 


                                                       Quintín Alonso Méndez