y tú, mujer, esfera del agua,
¿en qué mar navegas,
en qué noray del muelle silenciosa te hospedas?,
¿en qué orilla de qué costa te ausentas de ti misma,
en qué cumbre de ola te desbordas
y besas la sed de la arena,
la herida de la roca?
jorge garcía
Viaje interminable (96)
El frío viene de lo más recóndito de los huesos
donde hubo carne,
hilos de savia alimentando las raíces.
Frío que hiere al árbol,
deshojándolo.
La ausencia del agua también se llevó la memoria.
Si fuese lluvia
brotaría el olor a tierra mojada
en enredaderas de flores y labios abriéndose,
regresaría el latido
jorge garcía
Viaje interminable (94)
Como pájaro habitando el árbol de piedra,
en música de canto liviandad abrigo,
al caer la noche
en un desprenderse -sutil gesto de pensamiento
en un furtivo acto inconsciente de los sentidos-
fugacidad de ala del espeso mundo,
me habitas el sueño.
Se abre flor tu mente en dulzura de la abeja,
instante que en el despierto
ya es ala de vuelo eterno,
se permanece como un cielo
donde habita lo inexplicable,
la raíz del agua
(tus buenas noches en susurro de silencio me llegó como nocturno
pájaro en vuelo)
(Palabras de la
escritura con el desnudo silencio de la mirada)
Del desértico paisaje en niebla,
húmedo aire del salitre como océano flotando,
al adentrarme en la noche
donde lentamente caen mis ojos
en surcos de borrosas nadas,
como barcaza acercándose
abriendo grieta de luz
brota tu nombre del sueño,
surge como alada ola del agua
cubriendo mi cuerpo vencido.
Al despertar, aún lejos el alba,
desconociendo el origen del motivo
brota tu nombre de mis labios,
surge como alada ola del agua
cubriendo de brisa mis cuerpos heridos.
Ciertamente nunca ha sido más cierta la certeza
de tu íntima corpórea presencia
habitando dentro de mí
(tú sabiendo que desde todas partes,
despierto o en sueños,
te hablo,
te llegue mi voz en la lengua de los signos
imantados racimos de gestos,
te llegue en la lengua de los sentidos)
Para escribirte un poema de amor he de recurrir a las
milenarias antigüedades
de mis cementerios, escarbar muy adentro, muy debajo de la
palidez del mármol,
más, más debajo de adonde habitan los gusanos, y estremecerme
si alcanzase el agua.
Ese es el gran poema que la limitada inteligencia humana llama
de amor,
venenosa, adicta medicina contra el miedo. Así, sin más
herramientas que mis dedos,
ahondo en la seca tierra, me hundo en donde quise y quisiera estar
y apenas si estuve,
soplo mortífero del viento; rebusco en los vacíos de la
memoria,
lugar siempre deshabitado, lo habito con el aura de pensarte,
desnudando tu imagen,
y así, venido de vírgenes tierras anegadas de sed, te escribo
un poema de amor
jorge garcía
Viaje interminable (91)
Rebulle el mar en busca de palabras dispuestas al desembarco,
con un asombro de piel de cactus, de cardones, de pencas, de
piteras,
aura de la caricia primera, cayendo dátiles de la tristeza de
la palmera,
como un asombro porque de entre tantos muertos me
encontraste,
y ahora aquí estoy con un asombro inútil de encontrarme con
la vida
después de la muerte.
Rebulle el mar rescatando las palabras que no me dijiste
y que me muerden como calvarios.
Porque quizás me las dijiste y ya no recuerdo dónde fue el
naufragio,
qué naufragio de los diarios naufragios, en qué lugar del
desierto.
Ahora adormece madurándose, en una quietud de presagios,
un racimos de frutas violáceas que me dejaste en alguna parte,
o como dicen los genios que religiosamente destrozan el mundo,
el sueño se va cayendo como si fuese el motivo del cansancio
o el propósito de lo último.
Rebullen dentro del mar las palabras que buscan el aire,
anuncio del vuelo