No recuerdo el sueño pero te soñé
me lo dice el musgo extendido en la arena
negritud de la lava
metáfora de lo oscuro que sugiere,
me lo dice la lumbre del aire
reflejo en los charcos
del océano de tus ojos.
No recuerdo el sueño pero te soñé
me lo dice el sabor en los labios
del salitre que añoro en el anhelo,
me lo dice la tristeza prendida a las huellas
que borran las olas
cuando amanece
Culpable
soy culpable de mi dolor
de los naufragios de mis costas
de la sonrisa que le robé al almendro en flor
culpable del gesto en vuelo del pájaro
al invadir la sombra del árbol
culpable de haberme quedado inmóvil
en alguna parte
como raíz sin tierra
sin lluvia
sin sol
culpable
soy culpable de mi dolor
de la sed que piso
matando la yerba
la noticia del sabor
culpable de abrirle las palabras
al eco de la luz
de arrebatarle su voz
culpable de herirte si me acerco
culpable de herirme si me alejo
culpable
soy culpable de mi dolor
La verde esperanza, venida de donde son tus ojos,
es del color sonrosado de la fruta prohibida
carnosa
de árboles de humedades destilándose,
hilos de agua densa se deshojan en los labios
que no hablan, musitan, lamen, muerden,
lastiman, socavan, horadan,
abren en lluvia soleada la hondura de lo inacabable,
estallando en hogueras los océanos de lava
atmósfera de luna
desgaja el pálpito
del tiempo soñado
como si fuera barca navegando en clima de suavidades
con seda de la caricia más húmeda
enjambre de rumores tejen el mecerse de las olas
ninguna certeza más cierta que la materia del sueño
frutas del océano invaden como besos
Es tristeza haber errado las palabras,
darle voz, gestos, al fluir de los latidos.
Mas elijo el abandono en lo triste
antes que el viajar por los despojos
que producen los silencios de los vacíos.
Sea paisaje del océano
en todo su asombro de cúspide
viendo alejarse la barca de los sueños
Lo que se quiso es lo que se quiere,
le dice el pájaro carpintero al árbol viejo
