lunes, 26 de septiembre de 2016


La piel del verso

Vine a vivir con la tristeza
a morir en sus brazos doloridos de dolor amargo
vine a saborear el pan ácido del hambre
la sangre pobre de los desheredados
a compartir la misma mesa del solitario
vine a levantar sobre las aguas un abismo de soledades
a caminar los caminos que la vida evita
vine a verte
a confirmar que existe la ausencia
porque existe el néctar de la eterna existencia
vine a mirarte mientras te alejas
a sonreír aunque triste por tus besos enamorados
a llorar por los sueños inútilmente mutilados
a encadenarme por las libertades presas
vida
a eso vine
a quererte sin tenerte
sin haber echado abajo una sola cárcel
sin haberle quitado un solo nudo a la tristeza

Quintín Alonso Méndez



jueves, 22 de septiembre de 2016


La piel del verso


Hermosamente solitarios los días que lánguidos se abren al otoño
azul que va desvaneciéndose en el gris de un lento y largo rumbo
al clima se le irá poniendo pálido el rostro
como si las lejanías adquiriesen como propio ese color
entre cenizas y muertes de pájaros
estar en nadie vivir en nadie porque el tiempo gusta de pasar indiferente
como pasa el silencio de la inmortalidad por las hojas
que caen degolladas del árbol
secas como es la lágrima más remotamente escondida
hermosamente solitarios los últimos latigazos del sol en la tarde
el incendio sublime de la soledad
las más hondas heridas que la lluvia no sabrá llevarse
ah esta mínima esperanza que alimenta la más cierta desesperanza
aquél mundo irreal
entre brumas
no fue infancia
Quintín Alonso Méndez




martes, 20 de septiembre de 2016


La piel del verso

Siempre regresa
y no es puñal si otros labios comparten la sed
no es arañazo si resbalan los recuerdos
como el agua por lisas piedras
podría ser suavidad de sábanas
si la luna cubriera las tristezas
y las dejara navegar náufragas
por las soledades de su destino
Regresa siempre la piel del verso
aunque no se perciba su presencia de ultratumba
¡tan dormidas las penumbras
tan extrañas las lágrimas que vierte la marea
tan amargas las dulces palabras que se fueron!
Sientes la orfandad del mundo en algún instante de la noche
entonces es cuando la piel del verso regresa
se demora tres o cuatro copas en el bar del olvido
se acuna en la somnolencia
desaloja el frío de los silencios
y no es puñal si otros labios comparten la sed
en alguna parte de lo que no se sabe
al otro lado de la cama
detrás de la niebla

Quintín Alonso Méndez

viernes, 16 de septiembre de 2016

La piel del verso

La piel del verso
hasta de la rama más seca
resucita
rebrota la piel del verso
hasta en el más viciado estercolero
no muere aunque se la encarcele
en este pobre cuerpo de viejo
La piel del verso va aparte del resto de las cosas
y aparece como una cálida sombra
de repente
en una cocina en una risa en una frase
en un lecho en un gesto en una tristeza
en una música y una cerveza y un beso
no tiene formas ni materia
pero tiene la textura de las mariposas
la voz de los silencios que acompañan
La piel del verso aunque se desprenda
y se separe de este pobre cuerpo de viejo
no perece
siempre regresa
aunque perezca y se deshaga su cárcel
su escribidor de letras
Quintín Alonso Méndez



martes, 13 de septiembre de 2016

la piel del verso



Camina la noche
me pisa los sueños
los cubro de mar
huele a ti

Estos días tan apacibles como la desnudez del agua
tan apartados del mundo
con el clima de un sueño de verano bajo la Vía Láctea
como un regalo inexplicable antes de la noticia o la sentencia
resbalan indetenibles por la piel de todo lo que se aleja
se esparcen por las ramas del árbol de la fría noche
con esa dulzura falsa que da el dolor vencido
somnolencias que vacían sus cántaros de desbordada sed
en la estepa de la nada

Quintín Alonso Méndez


viernes, 9 de septiembre de 2016

La piel del verso


A quien me lea –aún quedan desvaríos por las cunetas
semillas de calabazas bajo el asfalto
locos trenzando escaleras para subir a la luna-
le digo que las hojas de los árboles
no son más que los hijos de la raíz
los más hondos y callados frutos del más íntimo verde
humedad que asciende por las enredaderas de las mareas
por las caderas de los ciclos lunares
de los pilares de los aguaceros
por los silencios más estremecidos del vacío
por las calles que se hunden bajo nuestros pies de plomo
por los muslos de la noche ¡ah los muslos de la noche
resbaladizos como la piel de la serpiente!
También le digo a quien me lea que nada más verla ya sabrá que es ella
esa atmósfera por quien cultivo mis versos
lleva en las manos la oquedad de las sombras que me cubren
la nada más infinita envuelta en plumajes de pájaros de aire
se sabe por la transparencia de los besos que volaron
y si la miras y ella te mira sentirás el resplandor del invierno
A quien aún me lea –quedan soledades varadas en los viejos puertos
anclajes marinos en lo alto de las montañas
locos trenzando andamiajes para subir a la luna-
le digo que las veredas intransitadas un día fueron
avenidas de las bicicletas de los vuelos y las risas
anchos y boscosos senderos por donde transitaban las promesas
y por donde bullían las fábricas de azúcar de los insectos
por allí caminaron solitarios mis sueños y solitarios se perdieron
embarrancándose en los barrancos embarrancados entre sus muertos
por ellos navego en las noches interminables
noches del infierno
no buscándola no presintiéndola
alejándome de sus pasos para que el dolor no la envuelva
A quien me lea –ah, iluso sueño de un viejo perdedor
astillas de un instante ciego
parpadeos de un inexistente sol al cerrar los ojos-
le digo con la suavidad de la certidumbre cuando envejece
que nada es cierto
ni siquiera que me estés leyendo
aunque me leas
Quintín Alonso Méndez





martes, 6 de septiembre de 2016


La piel del verso



El mismo verso aunque sean incontables los versos
fabricando el arado que ha de surcar las tierras
las nubes el lecho de los sueños
el mismo verso hasta el cansancio y más allá del cansancio
 saltando el muro que fortifica el derrumbe
yéndose a los mundos de las idas y los regresos
el mismo verso que se vierte en los afluentes de todos los versos
el frío de la muerte es una hoguera
el verso devorado por las llamas del más frío invierno
y ya son las cenizas abriendo las grises alas
ya es el verso resbalando por la nuca del cisne
que se despeña por las lisas laderas del cuello estremecido
ah la lluvia que no regresa la lluvia de los besos del almendro
ah el apareo de las pardelas burlando las noches sin luna
el mismo verso cultivando estrellas en la noche más siniestra
en la noche más mortalmente apacible de olas negras
es el mismo verso que se escurre y se pierde buscándote
y regresa siempre origen de la tristeza porque origen del mundo
origen de este principio universal de la materia más ligera que el aire
regresa al regreso como la infancia que no deja de regresar aunque no vuelva
el verso que ya resbala por tus febriles caderas perdiéndose
buscando perderse queriendo perderse
hundirse donde perderse es encontrarse
paciente fabricando el arma invencible de la paz gimiente
la palabra
el acto amoroso sublime de escribirte y que leas el único verso
no tiene enredaderas a las que asirse
deja que como semilla el viento lo zarandee y lo lleve
el verso te quiero
morada desconocida que me acoges aunque mi yo nunca lo sepa
porque acoges al diluvio al desguazado verso
sentados los dos ante la calma de los silencios
tan desnudos tan desnudos como la ausencia


Quintín Alonso Méndez

jueves, 1 de septiembre de 2016


la piel del verso



La palabra no tiene voz
es solo palabra escrita como testimonio de piedra
de antigüedad
testigo de un efímero y acaso furtivo paso
de un oscuro silencio
con lengua de océano disecado
por algún lugar del olvido
cuya huella es la arena del desierto
fósil de un tiempo que nunca fue carnal
no son ruinas
son las palabras pulverizadas
por los huracanes de las derrotas
y aquí estamos
a punto de morir y sin haberle encontrado
la voz a la palabra
la piel a su sonido de agua

Quintín Alonso Méndez