jueves, 22 de septiembre de 2016


La piel del verso


Hermosamente solitarios los días que lánguidos se abren al otoño
azul que va desvaneciéndose en el gris de un lento y largo rumbo
al clima se le irá poniendo pálido el rostro
como si las lejanías adquiriesen como propio ese color
entre cenizas y muertes de pájaros
estar en nadie vivir en nadie porque el tiempo gusta de pasar indiferente
como pasa el silencio de la inmortalidad por las hojas
que caen degolladas del árbol
secas como es la lágrima más remotamente escondida
hermosamente solitarios los últimos latigazos del sol en la tarde
el incendio sublime de la soledad
las más hondas heridas que la lluvia no sabrá llevarse
ah esta mínima esperanza que alimenta la más cierta desesperanza
aquél mundo irreal
entre brumas
no fue infancia
Quintín Alonso Méndez




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