domingo, 31 de mayo de 2015



De    Las 
                  cuerdas
                                   del violín

ÚLTIMA NOTA


Dejé de ser,
después de un otoño que vino gris
con lluvias de puñales,
cristales rotos
para los labios.
Cayó una piedra de la luna
y dispuso la sombra
en la oscuridad.
La fiebre regresa al ciclo y no se mueve
quieta la zozobra de la calma
indefensa la orilla
ante el abismo.
Bella la fuga de la luz
en la línea del horizonte,
ahí se mece la pereza
del abandono.
Terrible es la muerte
que nació solo para morir





                                                     Quintín Alonso Méndez



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