Foto: Jorge García
El único poema
Poema que durmió muerto el invierno
de mi vida, bajo las cañas de la oscuridad,
esperando su hora, por eso no importaba
que las tristezas ocuparan los espacios,
tus manos y tus labios lo rozaron,
despertó, cayeron las cortinas opacas al suelo,
corrió el aire, azul, poniéndole alas
a la brisa, violáceas en cada punta del tiempo,
gotas de rocío en cada letra,
deshaciendo las escamas enquistadas que las cubrían,
y en cada letra un brillo de agua de
lluvia, abriéndola en flor de estrella, de beso,
las raíces, olvidadas en sus olvidos,
saliendo a la luz, alzándose a la mirada del amor,
todos los poemas sabiendo que el
poema es único, este poema, que mástil se eleva,
con altura de águila, con pasos de pájaro
por la yerba, ciego pero sabiendo el destino,
todos los poemas sabiendo que el poema
es único, este poema derrumbador
/de murallas,
de fronteras, que fue escrito nada más
saberte, en el origen, escrito torpe y ciego,
pero escrito, en él inicié el camino,
mal caminado, pero caminado al encuentro,
para llegar, llegado a la estación por
la que ya no pasan los sueños, ¡para llegar!,
torpe y ciego, y entregártelo, mi único
poema, todos, todos mis inviernos, mi vida
Foto: Jorge García
Quintín Alonso Méndez
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