Una tarde gris
Hoy te escribo desde la pendiente de
una tarde gris
después de una mañana hundido en pasillos
de hospitales,
en realidad, ha salido el sol, está posado
suave en la piel
como una dulce mentira, por eso más gris
el reflejo
de la sombra con la sombra, más gris el
aire
que se mete entre las piedras, le lame
el azúcar a la sal
y le sacude las alas a las soledades de
los cuentos,
a las lágrimas escondidas de las hadas
melancólicas,
la sombra y el sol juegan sus cartas,
el frío de la sed y la sed,
la sed y el frío de la sed, alternándose,
así son los pasos subiendo la cuesta de
la tarde,
más gris viene abrazado al silencio, más
gris
a las comisuras de los labios del dolor,
más gris abrazado
a esa distancia que no se sabe por dónde
anda,
más gris la tarde según se asciende, entre
la neblina,
diluyéndose el verde, diluyéndose en vapor
de agua
mis últimas memorias últimas, las que
ya no recuerdo,
las cenizas de las hogueras que me extinguirán,
en las que ardo para arderme, desalojarme,
irme,
detrás de la pendiente estará el abismo
de la noche,
y apenas el alba se insinúe, débilmente
grisácea,
me pondré a escribirte desde la pendiente de un día gris
Foto: Jorge García
Quintín Alonso Méndez
Con ansias de leerte y deseándote mas sol y menos distancias
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