Del libro de poemas "El edén de Salomé"
El rumor viene de la parte del horizonte
se instala descalzo en la azotea,
entra en la casa. No habla, no dice nada
así un día y otro, a veces calmo,
a veces con vientos que desalman.
Lo veo hurgar en los renglones,
sentarse en el suelo, tenderse en la cama,
ponerme un recuerdo dulce entre las manos,
lágrimas, también lágrimas, son lluvias
que resbalan de los ojos y humedecen los versos.
No cesa en su fraguar incansable
cierre puertas y ventanas, permanece
me arrulla me aturde me llena de esperas
para que cuando sea labios cuerpo alma
el rumor se desnude y no sea más que tu presencia
Quintín Alonso Méndez
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