de "El nombre lo pones tú", novela
Ya
sabes, yo por entonces iba por los derroteros de apuntarme el primero a las
derrotas, a cualquier derrota, renunciando de antemano a las luchas, a las
peleas y a las zancadillas por un pedazo de ternura que sólo me podía llevar a
más dolor después, a más soledad, a más confirmación de las soledades, del
destino de las inevitables soledades. Ahora no, ahora eres mi lucha incesante,
diaria, esa disculpa necesaria y bella y quizás hasta corrosiva que se necesita
para caminar caminos y atravesar fronteras de agua, esas claridades que matan
si se sabe apreciarles la duración y la medida del tiempo. Quizás este sueño no
sea eterno, pero durará lo que dure la eternidad. Brujas en tus ojos. Arrebatos
de pasión en tu piel.
Ya empecé a contar los días que me separan a
cuando me trajiste la primera sonrisa. Yo iba por el refugio de los pescadores.
A la deriva, saltando de lancha en lancha; las lanchas varadas, encalladas, astilladas,
viejas, hundidas. Me ahogaba día tras día, un poco más cada día, mientras te
esperaba.
__Te traigo un regalo __me dijiste.
No supe ver que el regalo eras tú. Me
quedé esperando. El regalo, la sorpresa del regalo. Tú no esperaste. No sabes.
Te abandonaste a los brazos de la compañía unas veces, a los brazos de la
soledad, otras. Es larga la agonía de la espera, lo sé. Mata la ilusión de la
espera. Y tú lo sabes. Cuando llega, te dices «ya es tarde, ya no te recuerdo».
Es cruel la verdad, en cambio las mentiras son dulces, envenenan, seducen,
matan. ¿Recuerdas el frío de la tristeza? Claro que lo recuerdas. Mi frío al
lado. Lejos de tu frío. Pero el frío no existe, es sólo la presencia de la
ausencia lo que existe, es el vacío que queda después del sueño, esa vaciedad
que muerde como un dolor y se queda, ignorada, hundida en la almohada. La soledad es egoísta, no quiere ser
compartida, en cambio el frío es cobarde, busca el calor a cualquier precio,
compra sonrisas olas, roba o las inventa. No quiero acostumbrarme a estar
contigo. Quiero sorprenderme cada día de estar contigo. Amanecer cada día y
deslumbrarme por el simple hecho de que estés. Deslumbrarme y asombrarme con tu
presencia, aunque permanezca callado y no te lo diga. Caerme en la hondura de
tu ternura (sabes esconderla bien).
Al refugio de los pescadores se va cogiendo
por la calle estrecha de la vida que está cayéndose a pedazos.
__Hazme el amor __me dijiste, corriendo por
sobre las olas.
Me trajiste hebras de algas. Yo te alcé para
que vieras cómo se rompen los silencios contra los acantilados, como olas, cómo
regresan las estrellas, cada noche, a mirarte.
__La vida no sabe morirse __me dijiste.
__No __te dije__, sólo sabe vivir, estar
contigo.
__Hazme el amor __me dijiste.
Te abracé, te abracé. Sólo supe abrazarte.
__No me sueltes __me dijiste __, apriétame
fuerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario