viernes, 20 de septiembre de 2013




                  Del libro de poemas  "El edén de Salomé"

                             foto:Jorge G. del Pino



Lloraré después de muerto sin carne en los huesos,
porque siempre se llora después de la conciencia del dolor,
es decir, me veré muerto, me lloraré, quién si no para llorarme,
pero no oiré los cantos de sirenas, el goteo espeso de las lágrimas,
no, no sabré de la espesura de un recuerdo, recuerdos los míos,
con la sangre viva, disecándose, y ni una sonrisa, nada, si acaso
unas prisas solemnes por las flores más frescas, rosas negras, por favor,
tallos de hinojo, manojitos de yerba, lágrimas dulces porque ya me fui,
al cabo, ya me fui, alivio, desahogo, otra ronda, no vale la pena sufrir tanto,
después de muerto seguiré estando porque no puedo irme sin estar muerto,
pero al menos no seré presencia, o seré presencia que no hable disonando,
quieto, callado, con los gastos pagos, pero quieto, callado,
los niños reirán fuerte, las madres morderán otros labios menos sangrientos,
al fin morderán libres los labios del sexo, sin cortinas negras, pecaminosas,
del otro lado. ¿Los hombres?, vendiendo las cosechas antes de surcar la tierra.
Perdona, tocan a la puerta, abro y creo que santos y sabios uniformados
me dicen que ya me fui, que me estoy yendo, que apure mi suerte,
la última copa, el último dulce veneno de un atardecer a solas,
que le diga adiós a todas estas cosas bellas que apenas si pude adivinar
y cierre de una bendita vez la oscura puerta que no deja entrar la nada blanca:
cierto: hay una luz violeta que brilla en la torre más alta: entre las nubes:
gracias, gracias, vida eterna: volveré: más viejo: más volveré, a saludarte:
y me ocurrirá lo de siempre: lo que nunca haré: nada: saludarte, más:
no habrá ni una sola minúscula sonrisa apoyada en la esquina de la esperanza:
pero abriré el bar, sacaré agua de la sed, brindaré por ti, por tu eternidad aquí:
y desde la sombra más tenue, en la medianoche, dibujando estrellas,
aparecerá esa suave única caricia de la muerte, hablando de la vida,
dulcemente llorándote
(no sé escribirte cómo me discurre la vida, desértica, sin contigo)

                                       Quintín Alonso Méndez 




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