lunes, 30 de septiembre de 2013







        Así acaba "El nombre lo pones tú", novela


                                                                           posdata


                  Esta mañana me has entregado la novela, o lo que sea, como lo quieras llamar, «toma», me dijiste. Está atardeciendo y no he parado hasta terminarla. ¿Qué has hecho? Me gusta. Parece un cuento de hadas. Me gusta. Está lleno de agua.
                  Nada más terminarla, me quedé con una sensación extraña, no sé, como entre nubes, me levanté y fui en tu busca, allí estabas, con la mirada perdida en el horizonte, dejando que las alas azules de las mariposas de tu cigarro dibujaran en el aire los versos que se te escapan, pero que a mí me llegan y yo te leo.
                  __Me gusta __te dije __, es extraña, pero me gusta.                                   
                  «La vida es extraña», me dijiste, «y es hermosa».
                  __¿Y qué nombre le vas a poner?
                  «El nombre lo pones tú».
                  Me sonreí. Me incliné hacia ti. Te besé las alas de las mariposas azules. Te besé. Y antes de irme, me volví y te pregunté, le pregunté a tu espalda, «¿y si le pongo el nombre de la niña que vamos a tener?». Sí, me dijiste, y vi tu voz dulce, dulce, ascender, envuelta en las alas azules de las mariposas. Era una libélula.
                  Me sonreí

                                                             


Quintín Alonso Méndez

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