Foto: May Naomi
Del libro de poemas "El edén de Salomé"
Acepto la oscuridad más oscura para
mí, ¡pero para ti la luz!
que me llegue despacio y no se vaya
nunca, esta tortura infinita
¡pero que te brinquen los racimos de
risas, te muerdan las caderas,
se te haga agua en la boca, dulzura
en la piel, la fruta del amor!
Acepto la injusticia de este desierto
ganado a pulso, ¡poco es!,
pero que sea para ti la lluvia, la
brisa, la justa ventura del edén.
¡Que te inunden las sabias palabras
de las caricias que te besen y arropen!
El derrumbe me pertenece, para ti el
mañana desgranando fortunas,
brujos días germinando los días, las
hermosas tardes del paseo somnoliento.
Acepto lo que no acepto, le lanzo el
desafío al mundo, es mi guerra, me alzo,
conozco el desenlace pero es mi
guerra, mi batalla íntegra, desnudo,
sin más armas que mis pobres palabras
y mis manos que se extienden dispuestas.
No acepto lo que acepto, grito para
adentro, me rebelo, solo me alzo,
caeré, caeré, sé de la hondura eterna
solitaria del abismo, caeré, pero me alzo,
no acepto lo que acepto, me subo al
caballo blanco del infierno,
o a ese caballo blanco que en las
noches despiertas son estrellas,
malas copias de la única Estrella, la
que incendió el mundo, me alzo
y espero de pie o voy al encuentro,
me alzo, acepto la muerte en la muerte,
pero no acepto la muerte en la vida,
la vida muerta
Foto: May Naomi
Quintín Alonso Méndez
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