lunes, 14 de octubre de 2013





                                                               Foto: May Naomi


             Del libro de poemas "El edén de Salomé"

Acepto la oscuridad más oscura para mí, ¡pero para ti la luz!
que me llegue despacio y no se vaya nunca, esta tortura infinita
¡pero que te brinquen los racimos de risas, te muerdan las caderas,
se te haga agua en la boca, dulzura en la piel, la fruta del amor!
Acepto la injusticia de este desierto ganado a pulso, ¡poco es!,
pero que sea para ti la lluvia, la brisa, la justa ventura del edén.
¡Que te inunden las sabias palabras de las caricias que te besen y arropen!
El derrumbe me pertenece, para ti el mañana desgranando fortunas,
brujos días germinando los días, las hermosas tardes del paseo somnoliento.
Acepto lo que no acepto, le lanzo el desafío al mundo, es mi guerra, me alzo,
conozco el desenlace pero es mi guerra, mi batalla íntegra, desnudo,
sin más armas que mis pobres palabras y mis manos que se extienden dispuestas.
No acepto lo que acepto, grito para adentro, me rebelo, solo me alzo,
caeré, caeré, sé de la hondura eterna solitaria del abismo, caeré, pero me alzo,
no acepto lo que acepto, me subo al caballo blanco del infierno,
o a ese caballo blanco que en las noches despiertas son estrellas,
malas copias de la única Estrella, la que incendió el mundo, me alzo
y espero de pie o voy al encuentro, me alzo, acepto la muerte en la muerte,
pero no acepto la muerte en la vida, la vida muerta     





                                                                       Foto: May Naomi

                                                                  Quintín Alonso Méndez       

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