De "El edén de Salomé", poemario
Ningún dios o infierno endiosado podrá
describirte como yo.
No se precisa más que una sola
palabra, que ella sola destila la miel,
el significado mismo de la palabra: Vida.
No hay más. Vida
o el otro lado de la corriente:
Muerte. No hay más. Eso cantaba
el pájaro en aquél árbol de la plaza,
el loco desde su falsa azotea.
No hay más: tú elegiste la vida, yo
me quedo en la muerte.
No mires hacia atrás, me decía el
viejo, y yo oía los grillos,
de ahí nació el aleteo de una noche
invivida. Ya muerta.
A veces los oigo de nuevo, ya sabes, siempre
vuelven los miedos
y nunca los regresos.
Acabas de arrodillarte para hablar
con un niño, o es niña, te enterneces.
Aquí no hay lágrimas,
ya ni siquiera hay esa esperanza de
que el tiempo se vuelva atrás
y me rescate
Quintín Alonso Méndez
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