De "El edén de Salomé", poemario
El poema triste de los pájaros, escondiéndose
de la lluvia,
de los primeros fríos. Te sientas en el
banco de siempre,
bajo el paraguas de colores, cerca
del gran cedro,
te sientas en ese banco cómplice de
incontables hogueras ardiéndose,
ahora, hora de un mediodía de brisa
fría, quebradizo,
enredado en pensamientos tristes, en
senderos ausentes,
besos dulces te cogen de la mano, te
retiran el pelo de la cara húmeda.
El poema triste de los pájaros que ya
emigran, se quedan los gatos,
pero volverán cuando el sol traiga de
vuelta la calidez plácida,
la sonrisa encendida, y volverán
porque no pueden vivir sin los gatos.
Yo tu voz la tuve ahí, vibradora, ahora
quiero verla caminar a tu voz,
y que sea como era tu voz, llena de pájaros,
no tristes, que sean pájaros
alegres de colores tu voz, que se
esparzan por el aire que te envuelve,
y a ti verte enternecida, con ese
gesto tuyo, mientras miras a los gatos.
El poema triste de lo pájaros es el adagio que
te besa los párpados,
y no es triste, es sólo que a veces la
sonrisa lleva lágrimas voladoras
y revolotea como libélula, se te posa
en los labios, ronronea como los gatos
Quintín Alonso Méndez
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