lunes, 30 de diciembre de 2013




       De "Primera novela de verano", novela
Me veo paseando con él por mis calles viejas y por mis veredas que saben a hinojo, pero ahora soy yo quien da un rodeo, quiero enseñarle en silencio, sin decírselo, otra de mis rutas que hace tiempo no recorro, otro de mis paseos al atardecer, él me sigue, entretenido con mi perrita, que lo está advirtiendo de no sé qué, parece que se entienden, que hablan el mismo idioma, ella con sus ladridos, más cortos, más largos, él con sus gestos, acercándole la mano al hocico, pasándosela por el lomo, yo miro su mano, la dulzura triste de su mano, obedece a mis pasos, me sigue, pero cuando voy por la mitad del recorrido siento un rechazo dentro de mi cuerpo: me estoy acercando a donde vivía mi amor, mi segundo amor que no era amor sino un precipicio de soledades y conformismos, me estoy viendo en aquellas noches que yo llegaba jadeando, precipitada, dando rodeos infinitos para no ser vista por no me acuerdo quién, empapada por la lluvia, por la sed, y que al llegar, subir volando las escaleras, y él abrirme la puerta, no lo miraba, no me daba tiempo a mirarlo, ya el olor  lo tenía por las escaleras, empapada por la lluvia, por la sed, no leía en su rostro, sólo me echaba en sus brazos, desesperada, desesperándolo, sacándolo de su quietud, de su espera ansiosa, te esperaba, te esperaba, y ya me estaba desnudando y yo a él, quiero cambiar la ruta, desviarme de lo que no quiero recordar siquiera, pero mi sombra enferma no me deja, sigue adelante, sin mirar atrás, como si nada, hablando con su silencio, con mi perrita, se me ocurre, estúpida, que sería un buen padre, tengo que escribirlo en mi diario, encendiendo otro cigarro, deteniéndose, como a propósito, en el portal donde vivía mi segundo amor que no era amor sino un precipicio de distancias cada vez más profundas, me devuelve aquella sensación morbosa del principio, cuando él me acariciaba aquí mismo, contra la pared, excitándome, abriéndome, preparándome para que le dijera sí, sí, hazme tuya otra vez y otra, siempre, siempre, pequeñas muertes encadenadas entre ellas, subiendo con prisas las escaleras, jadeando, excitados, desnudándonos, él a mí y yo a él, risas, la vida, los arrebatos de la vida, la sombra de mi hombre enfermo por todas partes, en cada rincón del zaguán, como aquella noche por fuera de casa, con aquel amante de saldo y ocasión y con mi hombre enfermo detenido más allá de mí, más allá de la farola, dibujando humos azules en la noche, detenido, palpo su tristeza en el aliento, su dolor, yo quieta, también detenida, indefensa, esperando, dejándome ir, dispuesta a todo lo que él quiera hacer, hacerme, soñando con que se vuelva sin decirme nada, me abrace, me haga el amor, me haga suya, sin decirme nada, pero él allá, más allá de todo, mirándome, sólo mirándome, enseñándome su dolor, se da cuenta, enciende otro cigarro, me rodea de humo azul, vuelve a caminar, ahora sus pasos son más largos, como intentando alejarse, como doliéndole algún dolor y el remedio estuviera muy lejos. Me deja en la puerta de casa, como la primera vez, como si no hubiera pasado nada, como sin querer.         
              __Bueno, ya hemos llegado __fue lo que se me ocurrió decirle.
            Mi perrita enredada en sus piernas, feliz.
            __Buenas noches __me dijo, y siguió alejándose, como doliéndole algún dolor__, que descanses.
            Ganas de gritarle no te vayas, sube conmigo, te espera mi almohada vacía, pero la calle vacía, la noche vacía.
            No puedo irme a la cama, me tumbo desnuda en el sofá, mi perrita tumbada en la alfombra, fijos sus ojos de miel en mí, abro el diario, escribo la fecha, ahora sí la escribo. Le pongo vida a esta tarde, a este día, a esta noche, a este temblor triste que me acompaña sin él. Ahora, si apareciera, y lo escribo, mi segundo amor que no era amor, sino un precipicio de conformismos e insaciables ganas de follarme, me tendría toda para él. Abierta, entregada, y escribo que lo deseo, ahora.


                                                       Quintín Alonso Méndez

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