lunes, 23 de diciembre de 2013



             Del libro de poemas "El edén de Salomé"


No me vale la artimaña de enjalbegar los versos,
pasarles la seda del plumaje,
vestirlos con los colores de las algas
y cubrirlos con la miel más dulce,
de ponerles libélulas aleteando entre las letras
y pintarles arcoiris en los labios de cada palabra,
no pueden engañar, son torpes y son pobres,
su destino está marcado a fuego en los astros,
quizás alguno se salve porque tenga la suerte de encontrarse
 con una mano piadosa que lo rescate
y lo acoja entre sus cosas, en el baúl que nunca se abre,
que ahí lo guarde, como un pedazo más de tiempo perdido
y ahí envejezca, desvaneciéndose en ausencias,
ése sería el verso más afortunado,
de los demás nadie sabrá su destino
ni siquiera que nacieron ni por qué murieron.
No me vale de nada la artimaña de robar versos
y soltarlos al viento
para que te atraigan y caigas en mi trampa   


                                                        Quintín Alonso Méndez



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