Del libro de poemas "El edén de Salomé"
No me vale la artimaña de enjalbegar
los versos,
pasarles la seda del plumaje,
vestirlos con los colores de las
algas
y cubrirlos con la miel más dulce,
de ponerles libélulas aleteando entre
las letras
y pintarles arcoiris en los labios de
cada palabra,
no pueden engañar, son torpes y son
pobres,
su destino está marcado a fuego en
los astros,
quizás alguno se salve porque tenga
la suerte de encontrarse
con una mano piadosa que lo rescate
y lo acoja entre sus cosas, en el
baúl que nunca se abre,
que ahí lo guarde, como un pedazo más
de tiempo perdido
y ahí envejezca, desvaneciéndose en
ausencias,
ése sería el verso más afortunado,
de los demás nadie sabrá su destino
ni siquiera que nacieron ni por qué
murieron.
No me vale de nada la artimaña de
robar versos
y soltarlos al viento
para que te atraigan y caigas en mi
trampa
Quintín Alonso Méndez
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