Del libro de poemas "El edén de Salomé"
¡Cómo te he nublado! ¡Cuánto tiempo
te eché a perder!
El espacio de este tiempo aparece
salpicado de palomas
y pájaros muertos. Atilo la yerba,
acallo el grito que quiere despeñarse
por el acantilado.
¡Cuánto te he quitado! ¡Cómo te fui minando
las fuerzas,
los ánimos! Como al pájaro se le
quitan las plumas,
una a una. Como al niño se le quitan
los sueños,
uno a uno. Como a la brisa se le quita
el aire.
Así te enterré cada sonrisa, cada
intento de vuelo.
No hay palomas en la plaza, no hay un
árbol
bajo el que me siente a su sombra.
Se perdona pero no se olvida es el
peor castigo,
el más cercano a la indiferencia, al
olvido,
al adiós limpio como el tajo en el
cuello.
¡Cómo te he nublado!, qué importa ahora
decirte
que esta derrota me derrumba, me
lleva a la nada,
y que sólo queda la luz que te alce
de nuevo
y te lleve a donde el centro del
mundo
te espera con los brazos abiertos
y de donde cuelgan racimos de frutas
para que tu vida sea la inmensa Vida
goteando las dulces gotas de la
plenitud,
sólo así mi alma podrá descansar en
el destierro
en ese lugar donde las dimensiones no
vuelan
y donde los vuelos no tienen adónde
asirse
Quintín Alonso Méndez
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