viernes, 8 de noviembre de 2013



             Del libro de poemas "El edén de Salomé"

¡Cómo te he nublado! ¡Cuánto tiempo te eché a perder!
El espacio de este tiempo aparece salpicado de palomas
y pájaros muertos. Atilo la yerba,
acallo el grito que quiere despeñarse por el acantilado.
¡Cuánto te he quitado! ¡Cómo te fui minando las fuerzas,
los ánimos! Como al pájaro se le quitan las plumas,
una a una. Como al niño se le quitan los sueños,
uno a uno. Como a la brisa se le quita el aire.
Así te enterré cada sonrisa, cada intento de vuelo.
No hay palomas en la plaza, no hay un árbol
bajo el que me siente a su sombra.
Se perdona pero no se olvida es el peor castigo,
el más cercano a la indiferencia, al olvido,
al adiós limpio como el tajo en el cuello.
¡Cómo te he nublado!, qué importa ahora decirte
que esta derrota me derrumba, me lleva a la nada,
y que sólo queda la luz que te alce de nuevo
y te lleve a donde el centro del mundo
te espera con los brazos abiertos
y de donde cuelgan racimos de frutas
para que tu vida sea la inmensa Vida
goteando las dulces gotas de la plenitud,
sólo así mi alma podrá descansar en el destierro
en ese lugar donde las dimensiones no vuelan
y donde los vuelos no tienen adónde asirse



                                                              Quintín Alonso Méndez

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