domingo, 9 de febrero de 2014

                                                            Foto: Jorge García

Anochecer


Amanece, se despierta el silencio y se levanta, se va. Cierra la puerta, cruza la calle y se pierde en los bosques oscuros de lo que no volverá. En casa, el silencio se ha dejado la cesta de los sueños, los sueños desangrándose, un olor tenue que no dejará de latir. Ahí afuera, la vida quiere vivir, se ha llevado el silencio con ella, y el dolor ya se sabe, fuertemente amarrado a la piel, nunca se irá pero nunca hablará. Las horas repiten sus liturgias, puedes hundir la mano en el saco profundo del tiempo y sacar con la inocente mano un día, cualquier día, lo normal es que sea un día en blanco que ni siquiera tendrá fecha. Pero afuera, lo normal es buscar la felicidad. No conozco los bosques que hay al cruzar la calle, un día lo intenté, y al ir a cruzar la calle, pisé un pájaro, oí cómo me crujieron los huesos del corazón. La canción de tus labios entra por la ventana, vuela por la habitación, se sienta callada en el suelo, y mira, no deja de mirar cómo las palabras flotan en el aire, libélulas y mariposas que rozan apenas los libros, los silencios que se me caen de las manos, resbalando por los dedos, la canción de tus labios hace olas y tu cuerpo se hace a la mar. Amanece, el silencio se despierta y se levanta, se pone en marcha, cruza la calle y se pierde en los bosques oscuros, a buscarte. Un solo pájaro en la única rama del único árbol del bosque. La canción de tus labios es una vereda por donde se adentran los destinos, por donde vagan errantes los versos que nacen porque quieren saber de ti. En casa, amaneciendo se hace de noche, las violetas del paisaje caen sobre las aguas, las nubes son letras, suaves letras de algodón que dibujan tu nombre. Amanece en alguna otra parte, donde la vida quiere vivir, las suaves colinas acarician el gris del invierno, el frío es dulce pero araña el rostro, amanece, la sonrisa revolotea y se posa en el cristal, ahí el silencio es un pájaro de cristal
Las palabras callan, lloran, se hunden en el mar del papel, callan, lloran

Más allá de los bosques oscuros, la vida pasea por la vida, ahí el silencio es un pájaro de luz, adonde mis versos anhelan llegar y ver amanecer


                                                         Quintín Alonso Méndez


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