miércoles, 19 de febrero de 2014

                                                              Foto: Jorge García

Después del tiempo


No importan los años que fueran, importa la luz de ahora, aunque falsa e inventada,
la rosa almacena su ternura en la espina que rasga y desangra,
la caricia de la seda se hace olvido igual que el papel se deshace en el agua,
es el dolor el origen del latido, la risa no hace más que ponerle cortinas al aire,
se disfraza en los días señalados, baila por los callejones oscuros de la historia,
no hay jardines para la rosa, pero la rosa surge, yace en la almohada, gime
cuando caes desnuda, desmayada, solemne el ritual de la ofrenda, risas quedas,
ahora susurros dentro de la boca, nadie mira al árbol sin hojas, que muere solo,
se secan las rosas bajo la cama, quedan las espinas, débiles, que ya no muerden,
no sangran, recordando lo que no tiene ni olvidos ni recuerdos, no tienen nada,
es el dolor el origen y es, después de que el camino camine el tiempo de una tarde,
es ese grito callado al que nadie puede llegar, cerrados los jardines de regreso a casa,
cerrada la ventana por donde entraba la luz repartiendo el azul, la vida cerrada,
pero importa la luz de ahora, ¡qué fácil es la risa cuando se le sueltan las amarras!,
parece mentira, le dice la rosa a la espina, nunca me habías besado, siempre callada,
tan aquí, tan mía, ¿cómo puede un silencio soportarse tanto, morirse amando?,
la espina, por una vez, antes de secarse de vejez, de morirse amando, se atreve,
mira a lo alto, adonde la rosa, a sus pétalos que nunca tocó y por donde le resbalaba       
en cada amanecer el rocío que caía y la besaba, mira a lo alto, a la rosa, al alba,
y en silencio le dice, así habla lo que no existe, le dice, en silencio le dice, sin lágrimas,
porque pertenecen a los vivos las lágrimas, en silencio le dice, sueño, lo supe siempre,
que abrirías las alas y serías rosa, pétalo, en cada beso, en cada sonrisa, libélula
en cada silencio de vuelta a casa, en la almohada donde ahora son nidos los pétalos
que te abrazan

le dice la espina, después del tiempo, cuando la muerte

                                                              Foto: Jorge García

                                                Quintín Alonso Méndez


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