viernes, 7 de noviembre de 2014




De  «Últimas notas»

Oda al amor

Viniste con la medianoche,
cuando es más oscuro el desamparo,
traías dos pájaros en las manos,
o eran tus ojos,
que volaban entre tus dedos
en busca del cobijo,
como dos mariposas
aventurando el aguacero,
fuiste brisa desgajada
del árbol viejo del viento,
relampagueo de luz,
vi cómo la ventana del silencio
se abría a la voz,
vi palomas blancas
anadeando tus caderas,
vi suaves playas de arenas negras
por donde resbalaba la sed,
desde tus labios al abismo,
centro del vértigo,
nacimiento del musgo,
le vi el color a la sonrisa,
violetas en el desierto,
la trémula ternura
al desgarro.
Vi a la vida pasar
por delante de la puerta vieja
de casa,
la vi volar con las alas libres
en busca de su nido
de amor.
Me quedé en la medianoche,
oscura en su desamparo,
una añoranza triste
alejándose con las nubes.
El otoño sabe
que el tiempo se acaba,
pero no sabe el otoño
que la nada es el templo
del olvido,
con columnas talladas
en la secura de la tierra,
no sabe que más allá,
detrás del último hilo
de pálida luz,
el pobre y frío invierno
vagará solo y enfermo
por los bosques negros
carbonizados
del adiós.

Viniste con la medianoche,
viniste, ¡oh, muerte!,
viniste para quedarte,
aquí tienes tu lecho,
habítalo,
invádelo,
no dejes una sola huella
de lo que te pertenece






                                             Quintín Alonso Méndez

No hay comentarios:

Publicar un comentario