miércoles, 22 de julio de 2015

Escriturasfugaces

Jamás le daré mi soledad a nadie
el espacio de mi soledad
es soledad cultivada
con el tesón de la rueda
en la fragua de los miedos
la sordera me viene de los golpes sordos y secos
de las puertas al cerrarse
ninguna volvió a abrirse
solo abatidas por los temporales en las madrugadas
la ceguera me la produjo el resplandor bello de las mentiras
me cortaron las manos los afilados vientos
de los santuarios desnudos
la voz le pertenece al silencio
y se fue el olor dulce de las flores
desde que la brisa camina en la dirección contraria
me queda me queda la soledad
que jamás se  la daré a nadie
en la boca me anida el sabor azulenco de las cenizas


                                                          Quintín Alonso Méndez


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