lunes, 7 de agosto de 2017

Canto Último

Canto LXXXIV

Hola, ¿qué te dice la noche de mí sin mí?, ¿qué sábana tendida es la del olvido?, ¿cabe  algún pensamiento inadvertido por las rendijas de una palabra, alguna fugaz brisa como venida del mar? El silencio me llega falsamente olvidadizo, borrosos aquellos momentos menudos, deshilvanados, apenas si sombras pálidas, remotas, metidas en la niebla calimosa. Oscuro el mar, melancólico, como el adiós de un algo presentido. Por aquí, por las noches, por los hilos del salitre, de los sinsabores, adoloridos, se pasean todos los silencios, metidos en los ciclos de la marea. Los sentimientos callan. La realidad es mordaza. Como piel de serpiente resbalan los sentidos por la humedad de la noche. Escucho. Es tu voz, que me desnuda con los dedos y los labios de la tristeza, con los gestos sedosos de la búsqueda, ¡ay, los susurros de la nostalgia salen del mar!, me cubren la soledad. En tu mirada habita el Universo. Cuando oigas la palabra mar, piénsame. Me endulza los dolores el saberme en tus mares, invisible, impalpable, en esa indefinida ola tendida sobre las grises aguas azules. ¿Qué te dice la caracola de los murmullos, el chapoteo de los charcos que el musgo balancea, adormeciéndolos en vaivenes de nostalgias?, ¿qué te dice el horario sinuoso que desciende al anochecer? Se oyen los latidos de la quietud que con su carnosa lengua acariciante lame la orilla, deshojándola. La brisa tiene cantos de tu boca. Beso recuerdos, deseos de futuros. Eres el paisaje de mi espacio, navegas por mis tiempos. La noche me dice que vaya a por ti

quintín alonso méndez



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