sábado, 26 de agosto de 2017

Canto Último

Canto XCIII

Ligera como pluma como canto de pájaro como lo efímero de lo que se queda es madrugada contigo como piel como instrumento del canto rama delicada del suspiro del roce fugaz que apenas es delicado roce oculto deseo del roce blancas de espuma las crestas de los gallos de las olas brillos estelares de plata en la noche habitantes de lo que guardan los silencios nombrándote mis pensamientos carnales caen en las aguas como azules astillas de estrellas fugaces desangrándose gimen las caderas de la impúdica noche en los húmedos temblores de la deshojada orilla pétalos que se desprenden de las carnosas flores entrelazadas con las sirenas del musgo mi dolor no sangra se habita en los corales ¿adónde voy pobre de mí? ¿tiene fin un abismo? camino por los circulares anillos de la noche la música se eleva por encima de las inteligentes huellas de los pájaros que no vuelan que aman las veredas donde las semillas se abren en la sombra pobre de las cunetas es la humedad lejana de las huertas disecada en las piedras ¡ay sol que no dejas de arderme en la sed más cierta! Me siento en el borde de la acera a hablar con los lagartos las abejas en las flores amarillas de las pencas la luna aún resbalando por la arena espera a que el hilo de la cometa con la ayuda de los alisios la eleve por los peldaños de la escalera que desciende al abismo de las alturas donde las estrellas la desesperanza ligera como pluma como canto de pájaro vuela la paloma del suspiro ¡ay gaviota dile que no sé querer pero que la quiero! las seis de la tarde se marchan voluptuosas detrás del vuelo del recuerdo cuando llueva ¿me pensarás? miénteme dime que sí así la lluvia será dulce y sus golpes inflexibles contra mi soledad serán pedazos del cielo que no tuve pico del águila que quise tener en los labios para a dentelladas quitarte todas las hebras de tristeza del fondo de los ojos miénteme no digas nada acabo de venir de donde no estaba del cercano rincón de costa donde tus labios me enseñaron el verbo del mar de ahí vengo de donde no estaba de dejarte estos pobres renglones que se ahogan en un vacío vaso de agua ¡pero ay! ¡saben vivir después de escritos estos renglones después de ahogados! ¡saben acercarse a ti para que siempre te sientas distraídamente amada protegida! ¡soy dios! siempre te salvaré esta noche bailarás conmigo en la selva negra de la arena
  
quintín alonso méndez


             

No hay comentarios:

Publicar un comentario