miércoles, 24 de febrero de 2016


                                   El último sueño de un viejo

Tiro con cuidado del hilo de algodón del tampón, mirándonos, tiro tensando el hilo, buscando el ángulo perfecto que forman las abejas con el sol, la humedad de tu mirada me aturde, hace más desnuda tu desnudez, la hace más desprotegida pero más libre, y me hace ser niño, enamorado niño, quizás por primera y única vez, y sueño, y entonces sueño, dejo que la mente se desparrame ilusa y vea que el futuro eres tú y contigo, y veo aquél verso, «al camino le pongo tu nombre para caminarlo contigo», y veo el fuerte oleaje sin olas que viene del horizonte, con devastadores vientos del norte, pero sueño, no me importa que este sueño nazca, pretenda vivir, y termine ahorcándose del árbol de las mutilaciones.
__Te vas a manchar…
Y entonces tu sexo liberado, sin la prisión de la sequedad que lo oprime, y mi boca se derrumba, desciende resbalándose por tus acantilados alisados por la serenada, se me oscurece la voz por el deseo, se hace caverna, indescifrables los latidos de los helechos en la humedad más íntima, recibo y retengo tu olor originario, el olor de tu raíz más raíz. Lamo y bebo de tu sangre, olor y sabor que ya están y se quedan para siempre en mi sangre, en mi respiración y en mi aliento. Lamo y bebo tus gemidos, lamo y bebo y me hundo en ti y ahí me quedo.
__No hagas eso…
Bebo tu sangre hija de la sangre de la tierra, la muerdo, la mastico, tallos del hinojo más verde que se desangran, lamo la negrura de tu sangre, lamo y bebo tus lavas líquidas y espesas, el dolor y el placer entrelazados, y como la liana del cordón umbilical, salva lo que se corta, salva el abismo, lo que mata, y siento cómo te deshaces en mi boca, deslavazándote, encendido el fuego de la lava, la placidez de la lujuria, siento cómo, en oleadas, tu sabor más sabor, más carnal de hembra, entra en mí, me invade, me conquista, nutre este instante, me alimenta para el resto de los días. Alimento torturador será, mortificante, pero el apacible y tranquilo, aunque triste, aliviador de la espera al definitivo viaje. Ahora, en este instante de la locura o de la escritura, puedo irme al futuro, y regresar, y decirte que en el derrumbe la tristeza de recordarte será el único alivio que tenga mi vida muriéndose.     
__No pares…
Gime la tierra, gime el dolor de la tierra, gime tu boca, se desgarran tus palabras, me estremeces más, me excitas más, me anulo más. Gime agrietándose la escritura ante la sequedad del papel que se cuartea ante la sequedad de la más seca sed. Antes nombraba y citaba pensamientos, párrafos, frases, versos, de otros autores, que hubiese querido míos, ahora, en el vuelo, ¡ay, instante de vuelo fugaz, ay, instante eterno, que apenas llegas, me rozas, y ya te vas!, no lo hago, no es moderno, sabe a rancio, a panfleto, a pobreza vestida de penosa riqueza, a vestiduras robadas, a baratijas adornando el cuello desnudo del cisne, volveré a nombrarlos y citarlos en el derrumbe porque ya entonces no importará y será como un leve soplo de brisa sobre mis llagas supurentas, en la irremediable y más pura más pobre decadencia. Aquí me limito a decir que alguien que escribió sabiamente, una vez dijo que la estupidez siempre insiste. Lo creí. De ello hice mi religión. Ridículo, insistí. En el instante ya había desistido, o no, cómo puedo saberlo, pero insistí terco víctima orgulloso en que quería el derrumbe antes que una concertada amistad burguesa con no sé qué tipo de recompensas o migajas banales, lastimosas, climáticas. Insistí en la permanencia, en la estupidez del instante mientras me derrumbaba, y aunque malamente, aquí en la escritura están las pruebas, escribimos con las uñas en la corteza de la desnudez «vamos a cambiar el mundo», ¡tan insensata la ignorancia!, y a duras penas, nació el instante, lo inventamos, lo creamos, lo eternizamos, lo guardo aquí, en el fondo de la escritura, gota de miel de la más vacía nada, quizás con la vaga vanidosa última ilusión de que te llegue y lo cuides, lo protejas, lo escondas en el rincón más oscuro del último y más alejado cuarto oscuro de tus olvidos. Gime lo más tierno de los sentidos, lo más débil, la sensibilidad de lo más sensible, la materia de la derrota, desatada embravecida llena de espuma la marea, oleajes hirvientes y sangrados que inundan mi boca, agitados los cuerpos, estremecidos, entregados. Aquí la escritura dice que la derrota más justa es aquella en que triunfa el triunfo de la derrota de una parte, y la derrota del triunfo de la otra. Así la distancia es irrecuperable, son los dos polos magnéticos entre los que orbita, por los siglos de los siglos, el instante.
__Por favor… no pares… no pares…
Quintín Alonso Méndez


1 comentario:

  1. Los sueños son ese punto de encuentro para esas almas,que se quieren y se aman.
    No paremos de soñar

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