sábado, 11 de octubre de 2014




De «Últimas notas»

La frontera del abismo

Me quedan dos amaneceres y tres noches.
Dentro de ese tiempo, por ponerle nombre a lo impalpable,
interminables caravanas de infinitos instantes ciegos,
suficiente largura del espacio para tensarle las cuerdas al olvido,
incontables puntadas de la aguja en el descoser de los años.
Habrá lugar extenso para desbaratarle los sueños
a los recuerdos que cuelgan, trenzas de esqueletos.
Donde escribo sueños puedo escribir pájaros de hojalata en los charcos,
donde escribo recuerdos puedo poner lo que escribo cuando no escribo,
¡habrá tanto lugar donde ir depositando lo bello, lo inexistente!,
infinitos, sí, infinitos instantes para cortarles sus alas de mariposas
y a esos instantes así entonces echarlos a volar en las aguas de la sangre.
Sin término los finitos estambres de las caricias que desconsoladas
se hundieron antes del arribo y ahí flotan en el mar de las negruras,
platean como peces que agonizan, no morirán, son el destierro.
Desperdicios de vida desperdiciada. En la noche, en la incontestable noche


                                               Quintín Alonso Méndez


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