lunes, 28 de marzo de 2016


       de     Las ventanas cerradas del cuerpo

Escribir es tocar  Como una fruta puse mi vida en tu boca

El tiempo es un instante que son tres instantes en un mismo instante  Es el instante del “hola” donde de repente el mundo se abre como un abanico de pavo real y los pies dejan de pisar el suelo se elevan y se elevan el cuerpo se eleva a la altura del beso  Ese beso  Ya depositado vivo en la madera de la memoria  El instante del “hola” que se abre en tres instantes el primer roce que ya es el roce un roce que sobrevoló mares y tiempos donde gimen las cuerdas de la piel se estremece la brisa dulce azul resbalan los sentidos se humedecen se agitan los pájaros las palomas las mariposas hundiéndose en el valle oscuro tiernamente frutal del vientre  El instante del encuentro de los sexos la dureza y la ternura la misma hondura el mismo fuego inundador el mismo estremecimiento gimiente frágil partido en las dos bocas el mismo placer ahogándose el mismo resurgir del aire abriéndose a las aguas al asombro de los sentidos el mismo estupor dulcemente doliente del placer el mismo instante de la locura que embriaga y dulcemente aturde el mismo placer vertiéndose  El instante atroz sublime del orgasmo ese ascenso voraz que se hunde vertiginoso en lo más hondo de las entrañas el grito que desgarra la luz mordiéndola habitándola y suavemente depositándola en la desnudez limpia dulcemente excitada de la piel es cuando tiemblan entre los dedos las olas resacosas de la marea el oleaje que mece se enreda entre los muslos se yergue en las flores sonrosadas de los pechos agitados bandadas de pájaros en los labios que musitan de donde caen las palabras rotas excitadamente rotas es el “hola” dulce sonriente encendido en los ojos en los labios en la enamorada sonrisa en los delicados pliegues que se acercan y se alejan y se acercan reiniciándose  Es el tiempo circular un instante que son tres infinitos inacabables instantes en el mismo instante  Dentro está el Universo  Escribir  El peregrinaje interminable por tu cuerpo y así recibir tu alma latiendo como un pájaro en mis manos en mi boca en mi sexo
Quintín Alonso Méndez


 


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