miércoles, 14 de octubre de 2015



Las ventanas cerradas del cuerpo

Mirando desde la puerta de casa
veo a lo lejos los umbrales derruidos y veo pespuntes de sombras
entre las grietas a las que el sol no llega
los mirlos ennegrecen las ramas
he llegado tarde adonde varan las sirenas
violines y flautas se alejan tras las montañas
paso la mano por la espalda de la arena
donde no se quedó ningún temblor.
Hay posado en el aire un sonido débil de tristeza
que irá cayendo con el peso del horario y se hundirá en las aguas
vencido llegará a la orilla con el murmullo de la marea en la madrugada
arrastrado por las corrientes
ahí lo encontrarán varado al amanecer los pescadores de sirenas
vagará por esos mares enredado en las redes
lo picoteará el sol el salitre y los pájaros del mar, los peces que vuelan
el otoño ayuda a que se hunda en la niebla del silencio
hasta la más pequeña lámpara de luz
no quedan voces en la costa
una historia oculta permanecerá anclada en lo más oscuro del verso
ese verso que nunca zarpó




                                                    Quintín Alonso Méndez


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