Canto Último
Canto XCIX
Se acerca el ocaso de mi dios. Esta tarde o fue ahora en el
ocaso estuve con él. No hacía más que tropezarme con sus miradas y esas miradas
suyas dirigidas hacia la nada mientras hablaba como siempre lo hizo hablando
solo a solas me confirmaron que era mi partida hacia el otro lado de la nada el
mío mi hermoso yo oscuro mi loco asustado le dije que escribir es tan fácil
como coser rencores antiguos y que es fácil la soberbia con la derrota
anunciada que las palabras escritas siempre sobraron estrépitos de cobardías
camufladas nacimos juntos por separado y nunca nos miramos no nos hizo falta ahí
vivimos en el fracaso estrepitoso de sabernos el futuro desposeídos herederos del
pasado encerrados en el presente esperando el turno la llamada enferma del
enfermero invitándonos al no regreso y no te confundas no pienses que nunca te
he pensado con palitos del derrumbe hice el mástil más alto el más poderoso me
hice dios para ser eterno amante de tus ojos el loco me dijo con su soberbia de
harapos «nos condenaron a unirnos en el desenlace no podía ser de otra manera
que nos matara la misma mujer la misma nada el mismo fracaso» esa noche ¡lo
juro! ¡ah mi juramento falso! por única vez esa noche oímos juntos el croar de
las ranas el aleteo de los grillos nos fuimos al verano en que para siempre nos
unimos para separarnos definitivos. No ha sido más. La vida no ha sido más. Te
conocimos para nunca conocerte. Pero construimos un puerto un puente una isla
un desfiladero. Por ahí andaremos sin decirnos nada y sin decir nada. Alejados
seremos la ausencia compartida. Tú en medio como la orilla que jamás visitamos.
O él sí. Gemidos de luna. Nadie oirá los cantos. No nos engañamos. No nos
confundidos. Nos moriremos por separado. Sin saberlo. Así la ausencia no dejará
de ser una ausente compañera y aunque solos no moriremos en soledad. ¡Cómo
brama la marea que anuncia el otoño! ¡Cómo aúlla el puro silencio del vacío!
Cómo resbala por las piedras lisas del tiempo esta tristeza inacabable… Sí...
Me encuentro con lágrimas cada vez más a menudo. Llámalas recuerdos que invitan
a la dulzura del dolor son los limones agrios que se desprenden del sol y cada
vez más a menudo las caídas son hacia dentro vano intento de trepar el abismo
que a diario me procuro y construyo. Todo ocaso suelta las gaviotas que se
dirigen a donde amanece. La mar se devora a sí misma y regurgita a cada golpe
de marea. Lleva violetas en el pico el pájaro de la madrugada son para ti hijas
del rocío de tu mirada
quintín alonso méndez
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