viernes, 25 de diciembre de 2015




                                Las ventanas cerradas del cuerpo

La ola tiene la osamenta de la niebla
un esqueleto de agua impenetrable para el aire
donde el aire se deshace y se hace piel de algas
trenzas de musgo
invisibles ahí se esconden los recuerdos
dentro de la espiral de la ola
ola que se hunde en la roca mientras se alzan brumas de espuma
quejido de la madre ante la pérdida
hartura de luz desbaratándose a cada golpe de sed
quejido huérfano que trae el tiempo envuelto en líquidas sedas
impregnadas del olor de la hembra
se rompe en desparrames así se rompe lo que no regresa
se rompe la ola se desangra la tarde se ahoga el verso
y se le ha caído una lágrima a la ola
ahí agoniza en la arena
la cobija una gaviota
cuando se convierta en salitre se la llevará lejos
con sus alas que surcan el océano el olvido la oscuridad
para que no se vea cómo discurre la muerte

Quintín Alonso Méndez




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