miércoles, 31 de diciembre de 2014



De «Últimas notas»

 El cansancio

No es cansancio la honda nada que me reside y la nada que reside afuera. Es nada. Es saber que todo es nada. Viendo el bullicio de los pájaros en los árboles desde la distancia, desde detrás del cristal, bullicio que me muestran los pájaros con los gestos festivos de sus aleteos alrededor de los árboles. Bailan en la luz. Silencio es lejos. El vacío dentro y alrededor. Es tristeza, pero es apacible tristeza, sin llagas, mansamente tristeza, caída en una dulce caída de racimos de perezas que desmadejan los brazos, desbrazándolos, no es sangre, es el sedoso goteo de la uva, las tiernas brisas que mimosean en la piel de las plantas, de las piedras, con los tibios rayos del sol, es esa tristeza tan nuestra de la que gusta cómo duele, cómo va estrangulando dulcemente la ternura que pueda tener un enjambre de recuerdos, y la descuera con esa descuidada y nostálgica ausencia que suele tener la vida, ¡ay, la vida, esa cosa minúscula que no deja de moverse por la orilla, por el borde mismo de lo que nunca va a ser! No es cansancio la honda nada, es firmeza, vencida firmeza pero firmeza, en la voluntad de los silencios desperdigados en el aire, de no mirar a ninguna parte, o de mirar sin mirar a ninguna parte, fijar los ojos en el destierro, siempre pasa un barco que no se detiene, se-pa-ran-do las sílabas de todo verbo habitable, quitarles la respiración, colgarlos de un techo de estrellas, que se desagüen, se queden sin tiempos, que los barrancos vuelvan a sus noches de lunas y lobos, de desgarros y cuevas asesinas, y las azoteas a sus palomares llenos de infancias muertas, dejar que a su manera ruede el derrumbe del tiempo, que se vaya o se venga sin quedarse, que sea nada, suspire por ser nada, que se haga esfera de polen, brillo de oro en la arena, volumen de materia negra, porque es firme la firme conciencia de saber que todo será nada como fue nada, no importarán las pinceladas de la afilada espada hendiéndose en las carnes, en el lienzo, o una sonrisa escrita en cualquier humedad de la pared, no importará ninguna historia o palabra dicha o callada. No es cansancio, es un rumor de abismos que me engulle, apacible, como esa marea larga larga que invita a ser el inexistente espíritu del silencio, la nada


                                                        Quintín Alonso Méndez

No hay comentarios:

Publicar un comentario