miércoles, 21 de noviembre de 2018


Cartas de un vuelo eterno (IV)



Somos las ruinas de lo que íbamos a ser / el ocaso de un sol ingenuo
secas y polvorientas las piedras / brillantes como perlas negras las rocas
esa mujer joven que baja a la costa no tiene pretensiones / sabe del absurdo humano  
pretendo captar el instante / esa fuerza de luz transcendente clavada en el gesto de una ola
tengo recuerdos que dejo que me naveguen / no busco puertos a estas alturas
no busco / solamente camino con lo despacio del dolor en los huesos
sabiendo que nadie me espera y que nadie vendrá a cerrarme el paso al infierno
esa mujer joven no mira lo viejo / la entristece / mira lo profundo del paisaje inexistente
yo miro lo viejo / la herrumbre que se enciende en rojizo oro rugoso y rompe el hierro /
y miro a la  mujer joven / hace mucho tiempo yo quizás le hubiese dicho
quiero caminar contigo / tantos verbos el verbo caminar y ahora es verbo de olvidos
¿nadie entiende la dulzura de una tristeza? eso me ocurre mirando el horizonte
todo tan lejos y todo tan cercano que hace que me siente a simplemente contemplarte
así es dulce / no hay dolor en las esferas de la nada / mirarte y no verte
la mujer joven le quita los cortinajes al horizonte / la niebla es solo el salitre en mis ojos
contemplo cómo se engrandece la suave nostalgia que se embarca / viaje eterno / tan presente

quintín alonso méndez





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