Cartas de un vuelo eterno (IV)
Somos las ruinas de lo que íbamos a ser / el ocaso de un sol
ingenuo
secas y polvorientas las piedras / brillantes como perlas
negras las rocas
esa mujer joven que baja a la costa no tiene pretensiones /
sabe del absurdo humano
pretendo captar el instante / esa fuerza de luz transcendente
clavada en el gesto de una ola
tengo recuerdos que dejo que me naveguen / no busco puertos a
estas alturas
no busco / solamente camino con lo despacio del dolor en los
huesos
sabiendo que nadie me espera y que nadie vendrá a cerrarme el
paso al infierno
esa mujer joven no mira lo viejo / la entristece / mira lo
profundo del paisaje inexistente
yo miro lo viejo / la herrumbre que se enciende en rojizo oro
rugoso y rompe el hierro /
y miro a la mujer
joven / hace mucho tiempo yo quizás le hubiese dicho
quiero caminar contigo / tantos verbos el verbo caminar y
ahora es verbo de olvidos
¿nadie entiende la dulzura de una tristeza? eso me ocurre
mirando el horizonte
todo tan lejos y todo tan cercano que hace que me siente a
simplemente contemplarte
así es dulce / no hay dolor en las esferas de la nada /
mirarte y no verte
la mujer joven le quita los cortinajes al horizonte / la
niebla es solo el salitre en mis ojos
contemplo cómo se engrandece la suave nostalgia que se
embarca / viaje eterno / tan presente
quintín alonso méndez
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