lunes, 18 de diciembre de 2017


La Prosa (30)

Acto o día seis. Es calma de pueblo blanco con palomas y tórtolas en las pequeñas plazas de piedra, dos barrancos profundos, perpendiculares, partiéndolo en cruz, cruz torcida señalando los cuatro puntos cardinales. Antes del cielo están las primeras cumbres del macizo. Mirando al suelo está la partida de dominó, la botella de vino; la tristeza es una mesa que soporta los años; los recuerdos son más fuertes que el desánimo por lo que se avecina. La luna en el cuarto creciente.

«Tuve parientes por allí, por aquellas tierras, les decían la familia del barranco porque ésas eran sus fincas, se tenían prestadas –sin tener que pedir permiso a nadie porque «el barranco es de los pobres»-- las dos laderas del barranco; y allí vivían, en una casa de piedra asentada sobre una pequeña meseta del barranco, como una pequeña atalaya, ¿me entiende?, semihundidos o semielevándose. Se dedicaban a las remolachas, de eso hace mucho tiempo. Solía ir en los veranos, cuando no había escuela», así le habla el jugador de dominó, mientras cierra la partida con la cabra del tres. Y todo viene del comentario «de su acento me suena, me recuerda al pasado, porque de ahí venimos todos, del pasado», Hombre se dio cuenta de que eso era cierto: viene de atrás, de un lugar al que ya no se puede volver, «vengo de Los Surcos», le dijo, «claro, ya decía yo que me sonaba su deje», y…«tuve parientes por allí… --fue cuando bajó a la mesa otra botella de vino, que pagan los que han perdido-- …¡ay, la vida!, allí la conocí, y entre los surcos… ya se puede imaginar… --la mirada se le escapa a ninguna parte--, la perdición –intenta reír y solo le sale un sonido hueco, eco de territorio despoblado--, los surcos… usted tuvo que conocerlos… eran buena gente a pesar de todo –y ahora es el eco quien suelta la risa falsa del desengaño, del dolor--, allí fue todo y allí fue el principio de la nada», la tarde empieza a oscurecerse, los recuerdos nos descuelgan del tiempo real, hace un presente hermoso habitado por el pasado, y Hombre ya está dándole vueltas a que tiene que buscar una casa para unos días, pero el jugador de dominó, que ya se ha quedado solo en la mesa --los compañeros de la partida han marchado con el saludo de las buenas tardes y las buenas noches: tienen simulacros de hogar y horarios--, no ha terminado de contemplar las fotos antiguas que hacía tiempo no ojeaba, «y murió, sabe, después de dos embarazos malogrados murió… pero fue en los surcos, entre las remolachas… se desangró sin quejarse, nunca se quejó de nada, bueno, de que yo fuera tan torpe, sí», ¿se ha empañado la tarde, su fino cristal de azul pálido, con la brisa fresca que baja de las cumbres, con un vaho de tiempo que viene de atrás?
 
quintín alonso méndez



No hay comentarios:

Publicar un comentario