martes, 8 de julio de 2014




Deseo inútil


Para olvidarte, me olvidé de mi persona. Ahí la dejé tirada, revolcándose en sus miedos, en sus insomnios, en sus lastimosas y cobardes tristezas. Nadie es más poca cosa que yo. Dejé de hablarme, de aguantar mis penosos lamentos, de oírme mis propias palabras, continuos y falsos funerales, sin flores, sin tumbas, le corté las alas a la memoria. Dejé de escribirme cartas, poemas absurdos sin destinatario ni destino. Dejé que lo días fueran haciendo su paciente labor de deterioro, que los gusanos hijos de lo que se muere me fueran habitando. Con mis propias manos, sin miramientos, me arranqué los sueños, cavé en la tierra, los enterré desangrándose, aún palpitando ingenuos. Le borré las huellas a todos los caminos de vuelta, incendié los puntos cardinales, sus cenizas tomaron formas de pájaros negros, sin ojos. Me fui de mí. Para que me olvides, me hago olvido



                                                Quintín Alonso Méndez

eledendesalome.wordpress.com

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