Tiempo61
¡Ay, pobre poeta, que
no eres más que un insignificante mendigo, ignorado, ausente de las glorias de
las compañas, que te alimentas de las escasas palabras que logras capturar y de
las que se les caen, como al descuido y como migajas de sus religiosas miradas
compasivas, a los caminadores del mundo! Nada se salva, más que la fruta de una
sonrisa, el júbilo, aunque herido de muerte, de la naturaleza. El árbol frutal
de tu sonrisa, el júbilo de las aves de tus bosques. El poeta no se salva, no
quiere salvarse, herido de vida, ingenuo, infante, no deja de dibujarte en el diario
del poema, tejiendo la revolución única posible, la del amor, el júbilo en
fiebre de amarte
quintín alonso méndez
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