martes, 12 de marzo de 2024

 

Tiempo61



¡Ay, pobre poeta, que no eres más que un insignificante mendigo, ignorado, ausente de las glorias de las compañas, que te alimentas de las escasas palabras que logras capturar y de las que se les caen, como al descuido y como migajas de sus religiosas miradas compasivas, a los caminadores del mundo! Nada se salva, más que la fruta de una sonrisa, el júbilo, aunque herido de muerte, de la naturaleza. El árbol frutal de tu sonrisa, el júbilo de las aves de tus bosques. El poeta no se salva, no quiere salvarse, herido de vida, ingenuo, infante, no deja de dibujarte en el diario del poema, tejiendo la revolución única posible, la del amor, el júbilo en fiebre de amarte

quintín alonso méndez

 


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