lunes, 16 de septiembre de 2019


Música de mar (36)



Soy el pequeño y apartado cuarto oscuro de la enorme y luminosa
y apartada
casa de la vida
entre granados palmeras y cañaverales
cunetas a los bordes del camino de tierra
dornajos para los pájaros
inadvertido a un lado del pasillo quizás cerca del patio interior
al lado o tal vez detrás del pequeño y apacible cuarto de coser
con ventana al patio desde donde se ve el naranjo en flor
en primavera la ventana abierta deja entrar su azahoroso perfume sexual
nadie recuerda cuándo fue la última vez que se detuvo ante la puerta
metida en las sombras y mucho menos cuándo abrió y entró en la oscuridad
no lo hagas nunca no te detengas ante ella
ignórala como se ignora al desamor
olvida la ley de lo prohibido no entres está invadido por el aburrimiento y el hastío
sigue de largo sin ladear tu rostro del frío mármol del marfil de las caderas de la luna llena
si acaso siéntate a la vieja mesa de ébano del patio bajo el naranjo y ábrete a los silencios
como era cuando en las bajuras de las mareas el salitre de un pájaro del color de las uvas
brillaba en tu cuerpo desnudo
abre el libro por el poema aquél que hablaba de los nidos entre las enredaderas
de flores azules o eran alas que el aire dejaba caer como pétalos de la nieve
entre las flores blancas de tus marmóreos dedos cálidos como el vino
deja las tentaciones para los acantilados por donde sobrevuelan los carnales vuelos
para los campos de girasoles
para los destellos de la abeja en plena tarde libando al sol
pero solo pensamos -pensando que no vale pena- en lo que no tiene remedio
así nos vamos haciendo a la manera de los recuerdos que no se recuerdan
simplemente se encadenan y amordazan dentro del pequeño cuarto oscuro
sellado con la llave del silencio de la gran y luminosa y apartada casa de la vida
mientras afuera en el patio las mariposas juegan al beso con tus labios


quintín alonso méndez


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