lunes, 15 de mayo de 2017


La piel del verso


Cierra los ojos el dios del sueño cubierto por el abismo del horizonte
caminan por el oscuro sendero solitario que la luna nueva abre como surco en el mar
cuerpos que no tuvieron destino y con las mentes amordazadas bajo el agua
inexorables vienen a llevarme lejos del mundo en el que no he estado
cierra los ojos  el dios del sueño y abatidas las espigas del sol son cenizas en el agua
en la boca voraz de la noche cae todo lo débil y es donde todo vuelo se hunde 
la lava se hace roca los silencios son peces petrificados y las palabras ah las palabras
ya no tienen el instinto dañino del ensueño los perfiles jóvenes de las querencias
las moléculas del agua y la sed el propósito de la unidad del encuentro
ya cada paso hiere la huella cada mirada que solo mirar ya busca en la espesura
la materia que palpita lejanía tan próxima que arde que es mástil firme
frente a los vientos de las tormentas hora a hora como un tormento interminable
sigue el curso de lo que no tiene pérdida como arado rumbo al Universo de la nada
cierra los ojos el dios de los sueños llevado por la corriente como desbandada de pájaros
por los anchos cauces de las cobardes renuncias estrechos los hilos por donde aún
lentamente se abre paso la sangre terquedad de lo irremediable miedo cadavérico
de lo perdido grito que la noche devora como a un insecto y lo hace muro de piedra
ante el mundo águila invisible de cristal cae al agua como un desgarro planetario del aire

no veo no veo nada en la oscuridad cierra los ojos el dios de lo eterno ya me duermo
quintín alonso méndez

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