lunes, 20 de junio de 2016


                                   El último sueño de un viejo

  En un espacio derruido, hecho cenizas, las maderas del tiempo irán deformándose, hinchándose debido a la humedad más oscura, más profunda, se irán cubriendo las grietas de moho, haciéndose una pasta espesa con el polvo pobre y mugriento de las derrotas y las pérdidas, amasada por el salitre viejo, no quedando una sola rendija por la que pueda pasar un simple hilo de luz, una vertical lámina simple que invite a desentumecer las tristezas, alzarle un simple gesto a la estrella que me olvidó. ¿Qué será del paisaje?: De sus dunas y profundidades, de aquellos matices, de aquellas costuras que el aire le hacía a las sinuosidades de las formas, haciéndolas a tus formas y a tus colores, modulando en ti la sed que me secó, la lluvia que me inundó. ¿Qué será de su compañía invisible, silenciosa como la luz del cristal? ¿Pero habrá preguntas que hacerle al paisaje, o todo el paisaje en sí será un fantasmagórico interrogante que vendrá de vuelta, introduciéndose y excavando en mis vacíos ojos, incrustándose lacerante como astilla del acero más afilado en el dolor más definitivo, el dolor de lo irremediable? ¿Pero qué será el paisaje, de qué sombras, de qué textura estará hecho, cómo serán sus olores, con la memoria desbaratada, metida dentro de un instante aislado, qué será el paisaje sin el paisaje de tu presencia, sin la noción siquiera de la hora, dueña de ese instante, del lugar donde naufraga y se desintegra? ¿Qué será el paisaje, si no te podré leer el cuerpo, la silueta desnuda rociada de miel de tu voz? ¿Será solo la pregunta, perdida la pregunta, desvariada la pregunta, sin ninguna pregunta, nada más que el paisaje de la vaciedad del mundo, paisaje vacío, sin ninguna huella, abandonados los nidos, secos los árboles, sin ramajes, esqueletos y más esqueletos con formas de pájaros? ¿Ni siquiera habrá un recuerdo que me recuerde cómo era el paisaje del instante, cómo era el sabor de las fresas y las almendras? Tampoco estará el loco. Tampoco habrá hormigas merodeando por las macetas descoloridas, amontonadas, sin tierra ni plantas. ¿Serán hileras de cajas de plástico o de barata madera el paisaje, avenidas de cementerios que almacenen cadáveres? ¿Serán lágrimas el paisaje, lágrimas secas, muertas, en la escritura?: O será el paisaje rumores de silencios, silenciosos rumores que la brisa traerá y se llevará con sus colores de horarios. Palparé el paisaje palpando la nada. Oleré en la ausencia el olor ensalitrado de tu sexo. Dolerá, cada día me dolerá más lo que no tuve, lo que se desvaneció nada más nacer. Y cada vez que escriba tu nombre, olerá a mar dentro de la escritura, a musgo y algas. Será el paisaje desolado de la escritura. Pero la escritura también se irá desvaneciendo, como el paisaje, paisaje y escritura, la misma hondura, el mismo sabor de la ausencia. Desnudo el paisaje, desnuda la escritura, tú desnuda ante el espejo, dentro del espejo, dentro de la escritura, tan adentro que nunca logré encontrarte, seducirte con mis montañas y montañas mentirosas de palabras, mismas palabras, mismo paisaje, misma escritura, invisibles palabras las que no supe escribirte, convertir en carne de la materia, en materia viva, paisaje, tú el paisaje, que no supe recorrer, amar, yo, el que vierte las palabras del amor y nunca supo amar, que será lo que será el paisaje, un silencio estremecedor, infinito, lleno de todo lo que no fui, escritura muerta, paisaje muerto sin ti. No palpitará el paisaje, no palpitó ni palpitará la escritura. Largo recorrido que no llevará a ningún sitio. Que tristemente quizás nunca pretendió llegar a ningún sitio. Ya que muerto, ya que desterrado, ¿te buscaré en la escritura, paisaje, aunque sepa que nunca te encontraré?
Quintín Alonso Méndez


2 comentarios:

  1. Qué futuro puede tener algo que nació de una mentira?...

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  2. No hay mentira más grande que la verdad.

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