El árbol seco del camino (56)
LVI
no regresas ya estabas ya estuvimos para estar siempre en este
vértice
de abismo de vértigo de estremecidas uvas al solajero
de lo que no se olvida a pesar de la niebla a pesar del
desértico paisaje del desierto
de lo que se precipita abundante y palpita hasta en lo
dormido
y brota y resplandece de lo más torpe o solapadamente enterrado
en lo que yedra avanzará como una retorcida hebra del destino
y como inexplicable presente inexplicable audacia para
tenernos
¡tan incansable la ignorada búsqueda de la esencia!
ese dolor infinito que tan dulcemente quema doliendo
como futuro que regresa inacabado eternamente inacabado
inabarcable
como baranda donde se apoya en la vieja herrumbre la lucha
por lo justo
la entrega por los adolescentes sentimientos chapoteando en
los charcos
la sonrisa del hola del gesto del quizás ya fuimos pretéritos
y ya no seremos
el oleaje que poco a poco nos irá desnudando con lenta raíz
de beso de fracaso
aunque sea el perdedor silencio la más pura certeza del
habernos encontrado
fugazmente como si la vida inconmensurable solo fuese un inapreciable
gesto
un saludo de agradecimiento por haber pasado por los
territorios de tu cuerpo
y eternamente haberte conocido para ya conocerte siempre
quintín alonso méndez
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