sábado, 13 de octubre de 2018


El árbol seco del camino (58)




LVIII

ya me veo venir al viejo que voy a ser
aunque dure solo este instante
y se me detenga la arena del reloj
en el crepúsculo mismo de la nada
y más nada después del instante
por ahí viejo me veo venir
encorvado
doliéndome más los pies
más mirada apagada
borrosa
más callado
más lento
el goteo de las cosas
más caída la cabeza hacia el abajo
más lentamente la cerveza conmigo
el rumor del silencio el vino
más lejanos los azules que brillan
como ajenos cielos
más lejana la lluvia que aísla
la memoria débil se aletarga  
aún libres pero ausentes los reflejos
amurallados por los que se alejan
no digo lo que me duele
digo que la tarde
amable
me acompaña en la sala de espera
luego se vestirá de negro
y amable será la noche
no me dejará dormir
me tendrá caminando sobre las ascuas
quiere que oiga la voz de las ausencias
las ausencias de los latidos que laten
o de los futuros que no regresan
quiere que descubra ¡remota noche! lo que duele un dolor
que sepa escribir el dolor de las palabras
la miel que esconden y se vierte
alzado dolor de espada incendio
de saber las cosas
y pronunciarlas


En las horas del desvelo tu nombre se abre

sobre la arena de la noche
rumores de ecos a lo largo de la costa
ah brisa que despliega sus alas
ah tu espalda desnuda tan lejana
mis manos temblorosas rozan la orilla
las llevo a mis labios
el salitre sabe a tu boca

quintín alonso méndez



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