El árbol seco del camino (17)
XVII
Al tiempo
que las espesas nubes grises
le miden la
altura al vuelo
graznan las
gaviotas en su viaje ítaco a los acantilados
abajo el mar
como lecho y guarida de los verdes y azules
griseados
por el espejo del aire
deja que la
brisa gris acaricie sus desnudas aguas
rescatando
los acordes que un día las sirenas
desprendieron
de sus labios
una tarde
pretérita o
venidera
en solitario
o acompañados
tú y yo recorrimos
despacio la piel del deseo
esta
espesura de besos descalzos caminando por la arena
y mordimos
en los huesos
claramente
mordimos en la carne de lo soñado
las
tristezas son las trenzas de las algas que se mecen en el tiempo
dejándose
llevar como cuna inacabada
por las mareas
y los recuerdos
quintín alonso méndez
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