domingo, 20 de septiembre de 2015



Escriturasfugaces


El ladrido del perro le rasga el vestido a la luna
de sus aruñadas venas blancas cae la serenada
sobre el pasto oscuro de vacío de la azotea de casa
y cae más allá sobre la yerba que acunan los grillos
donde una vez un sueño también tuvo alas
el agosto quema la sed y mata las palabras
desnuda sangrante
resbala la luna por la seda violácea de la noche
sus lágrimas tejen libélulas de plata
en mis ojos nacen y mueren los silencios sin imágenes

                                                        Quintín Alonso Méndez

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